Es cada vez más frecuente en esta sociedad inmediatista poseer un gran talento y paralelamente tener una gran necesidad de reconocimiento. Gente impaciente para esperar el aplauso y por resaltar lo que ya impacta la vista, evidencian una sed de aprobación insaciable, buscan exaltación, y exigen cierto tipo de devoción. Sin embargo, recordemos que nada tuviera el hombre, si no le fuere dado por Dios. En Santiago 1:17 está planteado así: “Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, en el cual no hay cambio ni sombra de variación”, Indicándonos que un Dios excelente entrega únicamente lo excelente. Paz, tu don es su Don. La opinión del hombre no cuenta ante el hecho que a Dios rendiremos cuentas.

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