Tuve la suerte de recibir del Centro para la Acción y la Contemplación, un artículo que es más una meditación, de Wes Granberg-Michaelson, autor y quien fue cabeza de la Iglesia Reformada de América. Se ha dedicado a estudiar y escribir correlacionando la política y la fe.
Parecería extraño que se pueda hablar de fe y política. Pensaríamos que son dos conceptos opuestos, porque pensamos que la política tradicional es mañosería, trampas, mentiras, manejo inapropiado de los recursos, pero no seríamos justos si encasillamos a todos los políticos o la política, como ciencia de esta forma. Y para dejar claro, en las sociedades estas características no son sólo atribuibles a la clase política. Vemos cómo las plumas se venden, los impuestos se dejan de pagar, se abusan de las mujeres y de niños y es o viene de cualquier profesión, clase o estatus social.

Aristóteles definía en su obra “Política”, que es la forma de que por medio de la voluntad de todos poder coordinar acciones para el bien común. También dice que el fin basado en la ideología, es como un grupo lograr ponerse de acuerdo con los actores de la sociedad.

Si partimos de ese concepto, no se aleja mucho de la fe cristiana, de las prédicas de Jesús, o las prédicas de otras religiones que buscan el entendimiento y beneficio para el género humano.

Aquí es donde me llamó la atención del artículo de Granberg-Michaelson, que viene muy bien para lo que sucede en un mundo agitado, conflictivo, desigual, carente de oportunidades para una gran parte de la población.

Me he permitido hacer una traducción libre, citando la fuente para no violar los derechos de autor, pero estoy seguro de que no tendría inconvneniente que un mensaje tan importante, pueda de alguna forma llegar a más personas.

“Transformación y cambio en la política depende mucho de tener una visión clara de lo que se desea. ¿De dónde viene esta visión? Posibilidades que pueden ofrecerse por medio de varias ideologías, plataformas partidarias, o los candidatos políticos.
Para la persona, esa visión encuentra sus raíces en Dios”.

Compara esto con el caudal de un río que alimenta árboles que lleva a la salvación de las naciones. Habla del Génesis a la Revelación, donde las personas viven en una comunidad donde nadie es despreciado ni olvidado.

Imaginarse que la política fuera inclusiva y no exclusiva sería un cambio para el desarrollo de las naciones donde no existiría pobreza, falta de servicios, salud, todos tendrían una vivienda decorosa y las diferencias económicas no serían tan acentuadas como lo es ahora.

Dice que “una visión como ésta plantea la política como idílica, poco realista e irrelevante. Para la persona de fe la visión positiva de la política debe ser la más real de todas”.

Aclara que ésta no es la expresión privada de la creencia que mantiene la fe en Jesús, contenida e individualizada en una burbuja que protege el mundo.

En esta parte me trae a la mente la misión de Hábitat para la Humidad, que mas que construir soluciones habitacionales, es por medio del esfuerzo común y una fe profunda, es cambiar la sociedad hacia una más justa; y el autor dice “Hay un viaje espiritual que nos conecta con la presencia de Dios para transformar el mundo, nunca de forma perfecta, pero en comunidad con otros”.

Reta cuando dice “Parece muy difícil distinguir entre nuestra relación personal con Dios y el rampante individualismo que practicamos en nuestra política. ¿Nos atreveríamos a seguir votando de acuerdo con nuestros intereses y nuestra propia moralidad?”

Sigue diciendo “Si creemos que Dios quiere lo mejor para nosotros, ¿Por qué no entendemos que quiere lo que es mejor para todos y cada uno de nosotros?”

Si todos los que asumen la misión de la política, si porque debe ser una misión no un negocio o un mecanismo de poder, actuaran de esta forma, aceptando las imperfecciones de los humanos, tendríamos una sociedad mejor. Sin izquierdas, sin derechas, sin populismo, sin insultos.

Muchas dirán esto es un sueño, no lo creo, lo vemos en sociedades donde como Ucrania el presidente no quiere su foto en oficinas públicas, sino que sus funcionarios coloquen las de sus familias para recordarles que a ellos es que afectará una mala gestión. La presidenta de Croacia paga su pasaje al mundial y alienta su equipo como una fanática más. Parecerían pequeños cambios, pero es la forma de recordar que los políticos vienen a servir y son de carne y hueso, igual que todos y en la sencillez y eficiencia de su gestión está la posibilidad de cambiar un mundo injusto.

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