El acuerdo preliminar o la “fase uno” para un entendimiento entre Estados Unidos y China en materia comercial confirmado el pasado viernes bajó las tensiones en los mercados y sienta las bases para el inicio del fin de la guerra comercial.

La guerra arancelaria afectó el comercio mundial y obviamente a los consumidores. El daño colateral se extendió más allá de las dos potencias, sea en el volumen de los intercambios o en el impacto en el régimen de confianza entre los consumidores, llámense países o ciudadanos particulares.

El daño a algunas marcas, sobre todo de las industrias tecnológicas, se extendió al campo de la geopolítica, sea mediante la exposición a un descrédito inducido o una desconfianza estimulada maliciosa o caprichosamente por una de las partes. Recuperarse de ese daño tiene costo, toda vez que algunos proyectos importantes en algunos países fueron impactados.

Si bien resulta difícil determinar el alcance de las pérdidas, al menos habría que mirar hacia los sectores económicos más activos en el intercambio bilateral.

Expertos internacionales sugieren que una prolongación de la confrontación habría significado que miles de productos procedentes de China, como teléfonos inteligentes, juguetes, alimentos y ropa, se habrían encarecido para los consumidores norteamericanos, especialmente para esta época de Navidad. Se habla de reducir de forma importante los aranceles a productos chinos valorados en unos US$360.000 millones, inmediatamente.

Además de reducir los aranceles impuestos durante la confrontación a productos norteamericanos, China se comprometió a adquirir grandes cantidades de soya, pollo, cerdo y otros productos de origen agropecuario de Estados Unidos.

Las bolsas de Nueva York reflejaron desde el jueves de manera dramática la importancia del acuerdo. Igual pasó con las bolsas de Hong Kong.

Con este primer paso, se supone que Estados Unidos propiciará una disminución de la tensión comercial con sus aliados tradicionales, como Europa, y en general se estará retornando a las reglas del libre comercio.

Se hace evidente que el presidente Donald Trump sólo buscaba mejorar los términos del intercambio con China, y que este acuerdo inicial no puede ser visto al margen del proceso político que encara.

A todas las naciones conviene que prontamente las dos potencias cierren un acuerdo total.

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