Conocer sobre los aborígenes que poblaron la isla de Ayití, antes de la llegada de los europeos, su procedencia, cultura, coincidencia con costumbres Mayas, es hurgar en las raíces de los dominicanos. Dentro del ADN nuestro se incluyen elementos taínos en mayor o menor grado porque, aunque conozcamos muy poco sobre esos pobladores de Quisqueya, lo llevamos en la esencia medular de lo que somos. Se han realizado estudios que entre el 15 y el 18% de los dominicanos tiene ascendencia taína por la vía materna y que los genes taínos son más frecuentes en el Cibao particularmente en Santiago, Espaillat y Puerto Plata y adonde es menos frecuente en Bahoruco, San Juan, Peravia, San Cristóbal y Azua. Existen indicios de que, si bien esa población fue dramáticamente diezmada, se mimetizaron entre la población. Los primeros viajes de Colon a estas tierras no incluyeron mujeres, por lo que tomaron autóctonas y se dio lugar a una numerosa población de mestizos de nueva generación. El Museo del Hombre Dominicano y otras instituciones prestigiosas del sector privado, deben ser los responsables de futuras investigaciones. El dilecto amigo, Manuel García Arévalo, ha dedicado infinitos esfuerzos y cuantiosos recursos en el rescate del conocimiento de cómo vivían esos pobladores antes de que se documentara la historia que nos han enseñado por siglos. Imposible cuantificar cuantas piezas tainas existen fuera del país y en muchas propias colecciones privadas locales, piezas que documentan una larga historia que inicia su final cuando los españoles vinieron acompañados de una ambición desmedida por las riquezas. La principal fuente de la economía era la agricultura en conucos, palabra asumida por el español que hablamos en estas tierras. La yuca era quizás su principal cultivo, de la que fermentaban su jugo para producir una bebida que llamaban iucú o cusubí, y de la fécula producían el casabe que hoy conocemos, tostada en un burén. Las creencias religiosas son muy ricas y tenían una religión con multiplicidad de dioses. El Cemí era una especie de ángel y con ese mismo nombre se designan objetos en los que se suponía vivían esos seres. Los espíritus de los antepasados podían también habitar cemíes que eran venerados por nuestros antepasados. La isla de Puerto Rico era Borinquén para los taínos y allí se ha estudiado con más intensidad la presencia de estos primeros pobladores. Caciques eran: “Agüeybana y Guaybaná (Guánica) Arasibo (en Arecibo), Cacimar (en Vieques), Caguax (en Caguas), Canóvanas (en el área del río Grande de Loíza y Río Cubuy o Cayniabón), Daguao (en Ceiba), Guacabo (en Manatí), Guaraca (en el área del río Guayanés), Guarionex (en Utuado), Guamanix (en Guayama), Jumacao (en Humacao), Hayuya (en Jayuya), Yuisa (en Loíza), Luquillo (en Luquillo), Mabodomaca (en Guajataca), Majagua (en Bayamón), Mayagoex (en Mayagüez) y Orocobix (en Orocovis)”.

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