En unas pocas horas terminará por siempre este 2019. En esta etapa, las prisas por hacer y decir deben ser su patrón de conducta.
Como él, nosotros también nos apuramos.

No sé por qué, pero es una constante echar un vistazo en nuestro interior, volver a aquella lista de metas y resoluciones que nos fijamos al inicio del año que termina, solo para darnos cuenta de cuántas cosas dejamos sin hacer.

Casi todos nos damos el tiempo de pasar balance y al hacerlo, tiene más peso lo que no hicimos, lo que no logramos o lo que perdimos, que aquello que aprendimos, que nuestros logros y realizaciones.

Es más fuerte el estruendo de nuestros lamentos que la euforia por los beneficios logrados en ese tiempo.

Es que cada vez que la vida nos pone de frente la oportunidad de recorrer 12 meses más, lo vemos como una nueva oportunidad, como un nuevo comienzo, quizás porque sabemos que a veces vamos de error en error y al sentir que estamos frente a un espacio de tiempo, lo vemos como un chance para corregir, reiniciar y repensar algunas decisiones.

Por eso, no es de extrañar que casi al final de cada año nos demos cuenta de que en el trayecto perdimos la constancia, que olvidamos muchos de nuestros planes, o simplemente, ante la primera dificultad, los abandonamos.

Al pasar balance, notamos cómo muchas de nuestras metas solo formaron parte de una lista de deseos, que no pasaron del papel en el que fueron escritas.

Casi al final de cada 12 meses, a pesar de los muchos proyectos que se quedaron solo en anhelos, agregamos otros más de los cuales, muy probablemente, no lleguemos a lograr ninguno y quizás, la mayor alegría nos la proporcione la emoción indescriptible de pensarlos y creer que lo lograremos.

En realidad, el inicio de un nuevo año es solo la continuidad de la vida, del mundo y sus problemas.

Nada cambia después de las fiestas. La vida sigue con su rutina y sus complicaciones, pero también, con aquellas pequeñas cosas que nos hacen felices.

Sin embargo, no está mal pensar en reinventarse, creer que podemos ser mejores y ver el inicio de un nuevo año, como una oportunidad para alcanzar lo que queremos, para corregir, para perdonar y perdonarnos, para ser más humanos y aceptar que constantemente nos equivocamos.

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