“Yancen, hay que combinar el talento con la disciplina. Esa combinación garantiza el éxito. Se lo digo por el aprecio que le tengo”, así me habló Renaldo José Bodden Peguero en 2003 después de que yo incurriera en un descuido de esos propios de la juventud.

Hice silencio y luego ofrecí las gracias. Nunca olvidé las sabias palabras del hoy fenecido colega. Con el paso de los años, más agradecí su noble gesto.

Lo conocí en 1996, en mis inicios en la crónica deportiva como traductor en el periódico Hoy. Primero pasé el examen de Fausto Antonio Guante Pinales (RG) y créanme que no cabía en mi ropa cuando fui aceptado en el grupo que, además de Guante, formaban Félix Disla Gómez, Vicente Mejía, Julio Valdez y Bodden.

Me dejaron opinar en la Serie Mundial de 1996. En el momento pueril que vivía, sentí que algo bueno estaba haciendo. Hay dos cosas que emanan de quienes te rodean: los apodos y el liderazgo. Bodden fue un líder natural, un ejemplo de capacidad, calidad y trato. Él no tenía clase, él era la clase.

Excelente profesional, nunca lo vi opinar sin base, y eso lo combinaba con ser gente, con transmitir su sapiencia sin pedir nada a cambio y guiar con voz y ejemplo, entre muchas otras virtudes.

Era uno de los pocos que escucharlo hablar de béisbol, especialmente en momentos de estrategia, era el filete de la hora. Muchos aprendimos en ese Palco de Prensa como nadie se lo imagina.

Fue él quien me hizo tomar la rutina de siempre decir la hora del primer picheo de un partido.

¿Cómo olvidar los tantos momentos alegres en el llamado 7mo Cielo del Estadio Quisqueya? ¿El Liga-Liga? Imposible borrar los tantos abrazos sinceros de una persona que se alegraba de los éxitos de los demás.

Bodden se ha marchado, pero no se ha ido. Dios le tiene un espacio donde coloca a los buenos y posee un puesto en los corazones llenos de gratitud de quienes ayudó.

Uno de ellos soy yo, que por cierto jamás me dijo “Yancen” como aquella vez que quería llamar mi atención. Fui “Puyolssss” el resto del camino porque así me demostraba cariño.

Mis respetos, Renaldo José Bodden Peguero. Mis respetos.

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