Que los dominicanos sabíamos que debemos cambiar hace tiempo que lo tenemos aprendido, internalizado.
Tanto, que el PLD ganó el convencimiento de que su arribo al poder traería aparejadas soluciones a las viejas y nuevas realidades que nos adversan.

Por eso propusieron la panacea de “Un Nuevo Camino”, una nueva y espléndida vida que conquistó los votos de una parte del pueblo.

Salvo algunos visajes fugaces y débiles amagos, lo cierto es que 20 años de gestiones de gobierno del PLD no hicieron más que agravar muchos, para no decir todos, los problemas de calidad de vida que vivimos los dominicanos “cuando éramos indocumentados y felices”, pese a que aún no vivíamos en esta democracia tan pálida.

Las cuentas del rosario de fracasos del PLD pasaron de las críticas interesadas de los políticos opositores a los “curitas y obispos rebeldes”, los comunicadores más independientes, de ellos a las organizaciones de la sociedad civil, a los gremios empresariales y a los organismos internacionales hasta alcanzar un rango que ya ni lo ministros rebaten.

Los déficits fiscales, la falta de agua potable y corriente, el endeudamiento que amenaza la salud de las finanzas públicas y con ello la economía, el descalabro de servicios tan básicos como seguridad en las calles, las casas y los negocios, apagones, deficiencia de los hospitales, etc., forman ya parte del entintado morado del paisaje nacional.

Pero no todas las deficiencias e incapacidades culpas son de los gobiernos del PLD. También hay en las honduras de nuestras conciencias un mal de fondo, idiosincrático, modélico, que debemos atacar por ser el telón de fondo de situaciones como la inaceptable e incesante ola de feminicidios o esa violación y asesinato de una niña de 4 años que nos dejan estupefactos, avergonzados, reducidos. Sería injusto culpar al PLD de esas fallas que más bien corresponden a lo que puede calificarse como un defecto que ha pasado a ser una deformación paradigmática del ser de una parte importante de nuestra gente.

Lo que si es responsabilidad del PLD es no haber predicado con el ejemplo para empezar a cambiar esa malformación del carácter criollo, que se resuelve con educación, filosofía, cultura y hasta con poesía, es verdad, pero que debe encontrar de frente la rígida prevención y represión de la ley, que debe siempre entrar por casa.

Ahí falló el PLD dejando intocado el principal de nuestros problemas que es la disposición a evadir la ley… de aquellos polvos vienen estos lodos.

Es tema para largo, ya volveré.

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