Fue reconocido como Maestro de la Cirugía por el Colegio Dominicano de Cirujanos (CDC) a principios de este año

La medicina y la docencia han sido su vida. Desde temprana edad, en su natal Bayaguana, tuvo contacto con profesionales de la salud que le inspiraron a elegir esta profesión de servicio.
Realizó sus estudios en la UASD, donde formó parte de organizaciones de izquierda. Se especializó en Cuba, en el Hospital Docente Calixto García.

El doctor Rodríguez Bonet considera a su familia como su prioridad, por ello se siente orgullo del amor y formación, que junto a su esposa, Dalia Granados, ha brindado a sus hijos, Natalie Rodríguez y Osmany Rodríguez.

Más de cuarenta años dedicados a esta labor, en especial a la cirugía, le han hecho merecedor del reconocimiento como Maestro de la Cirugía.

1. De Monte Plata
Soy de Bayaguana, Monte Plata, un pueblo que se ha constituido en una potencia deportiva a nivel nacional en los últimos años. Mi infancia fue muy bonita, porque en ella adquirí mis primeras experiencias para encaminarme por el camino de la medicina y el servicio. Esos comienzos en mi formación académica tuvieron mucha importancia para mí. Inicié en la Escuela Pantaleón Castillo, en donde tuve la oportunidad de tener profesores que cambiaron mi vida, que crearon un impacto positivo en mí. Entre ellos está Moraima Báez, Librada Orraca, Manuel Emilio de los Santos, entre otros. Mis padres fueron Heriberto Rodríguez Sosa y Teresa Bonet Manzanillo, seres humanos que me infundieron el valor de la responsabilidad, el esfuerzo y la entrega”.

2. Llega a Santo Domingo
Cuando terminó mi formación en la escuela básica, me trasladé a Santo Domingo con unos familiares. Mi educación continuó en el Liceo Secundario Manuel Rodríguez Objío, donde terminé en el 1966. Esa etapa de mi vida coincidió con los cambios sociales que vivía la República Dominicana. Quería ser parte de esa transformación social, así que fundé el Club Recreativo y Cultural Fraternidad, que buscaba darle una nueva visión del mundo a los jóvenes, a través de actividades relacionadas con la cultura local y con el deporte. Sin embargo, esta última parte no la pudimos desarrollar a toda capacidad, porque donde nos reuníamos, Ciudad Nueva, no tenía muchos espacios para la práctica deportiva como necesitábamos. El deporte era una de las cosas que más disfrutaba. Incluso, me incorporé tiempo después a la disciplina del karate, pero desde el punto de vista personal. Eso sucedió cuando terminé el bachillerato. Llegué a Cinta Marrón, que simboliza la iniciación al conocimiento del Cinturón Negro, donde comienza una nueva visión del karate y el camino hacia el verdadero conocimiento del arte marcial. Lo tuve que dejar, porque en una ocasión tuve que enfrentarme a uno de mis seis hermanos, Eddy Rodríguez, pero me rehusé a hacerlo”.

3. Inspiración para estudiar medicina
Mi interés por la medicina surgió estando en la primaria. Recuerdo que hubo un médico en mi pueblo llamado Rafael Tejada, que influyó profundamente en mí. Lo observaba y veía el trabajo que hacía. Lo consideraba muy importante, porque veía como la gente confianza en su labor, en su talento, en su entrega. Él fue un ginecólogo brillante, que luego emigró a Estados Unidos, y luego regresó a Bayaguana. Cuando estuvo de vuelta, se enfocó en realizar actividades a favor de los más necesitados, especialmente operativos médicos, sin ningún costo. Creo que él fue la persona que más influyó en mi decisión para optar por esta carrera. Además, había un médico de apellido Mateo, que era de la comunidad, que también admiraba mucho. En mi familia, por otro lado, también había otra fuente de motivación. Estaba el doctor Rafael Rodríguez Sosa, hermano de mi padre, y el doctor Ciprían Santana, que era un tío político muy querido en nuestra familia. Esas dos personas también contribuyeron a moldear mi dedicación”.

4. Vida universitaria
Me inscribí en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en una etapa que considero muy bonita, porque fue cuando empezó lo que llamaban un preparatorio. Era conocido como el Colegio Universitario, que actualmente ya no existe. Para mí fue muy interesante, porque me había graduado del bachillerato en Ciencias Físicas y Naturales, y justamente en el Colegio Universitario obtuve notas meritorias en matemática, física y química. Lo peculiar es que desde básica le tenía mucho temor a estas materias, a las ciencias duras, como les dicen. Pero ese mismo temor hizo que viera lo importante e interesantes de estas materias. Estuve a punto de estudiar otra carrera, como Física o Ingeniería Química. En la UASD fuimos testigos de la lucha por el Medio Millón, un proceso que alargó varios semestres. En una ocasión duramos 10 meses por las constantes protestas. Me había sumado al conglomerado que salía a las calles a protestar y a poner afiches en la madrugada. En varias ocasiones desafortunadamente me apresaron por eso. En esa época estaba ligado de manera directa a la izquierda. La Universidad duró en una ocasión dos meses militarizada, y se llegaron a ver tanques de guerra”.

5. Profesores valiosos
A parte de esos incidentes, la universidad fue una de los mejores momentos de mi vida. Tuve compañeros de clases, que actualmente son excelentes profesionales, y eso para mí es motivo de satisfacción. También había profesores que valían oro. A mi memoria viene una patóloga de apellido Peralta, que se trasladaba desde Santiago a darnos unas clases excepcionales. Recuerdo además al profesor Waddy Hasbún, de bioquímica, y Eduardo Rodríguez Lora, un cirujano. Terminé la universidad en 1975”.

6. Especialidad en Cuba
Mi profesor Ludovino Sánchez, me inspiró para elegir la especialidad en cirugía. En una ocasión me invitó para que viera una, ahí confirmé que eso era lo que quería hacer. Fue muy inspirador porque él, una persona tan sencilla y con tantos méritos, antes, durante y después de la cirugía me trató no como si fuera su alumno, sino como si fuera su amigo. La especialidad en Cirugía Esplácnica Oncológica, la realicé en Cuba, en el Hospital Docente Calixto García, sin embargo, sin haber hecho la pasantía aquí, pues me fui tres semanas después de haberme graduado en la UASD. Los primeros días en Cuba fueron impactantes. Pero me adapté rápido a esas circunstancias. Tuve excelentes profesores allá también. Duré alrededor de 4 años en la especialidad”.

7. Regresa a RD
Cuando terminé mi especialidad, solicité una extensión de tiempo, ya que había obtenido notas sobresalientes. Estuve entre los mejores graduados. Pedí la extensión y aproveché para optar por una subespecialidad. La hice en el Instituto de Oncología y Radiología de La Habana. En esa formación duré un año y algunos meses. Luego regresé a la República Dominicana, y lo primero que hice fue pagarle al Estado la cuota que le debía con la pasantía. Me fui a Las Matas de Farfán, en San Juan, en el 1981. Ahí duré un año. Trabajaba como especialista, pero me pagaban como pasante”.

8. Profesor de la UASD
Al regresar a Santo Domingo, después de cumplir con mi obligación y cerrar esa etapa de formación, decidí concursar en la UASD para impartir docencia. Lo gané. Comencé impartiendo en esa casa de altos estudios la materia de Semiología Quirúrgica 1, que es un área relacionada con la cirugía. También di Cirugía y Medicina Quirúrgica del Internado. En la Universidad entré en el 1984 y he permanecido hasta el día de hoy, es decir, más de 30 años”.

9. Inicios de vocación docente
Mi experiencia como docente no fue solamente en la universidad. Se remonta a muchos años atrás. Como había sacado excelentes notas en física, química y matemáticas en el primer año de la universidad, eso me permitió dar clases en el Instituto Masónico. Ahí comencé a desarrollar esa vocación como docente. Por la experiencia adquirida, logré elaborar mi primer libro llamado Ejercicio de Química General, que les sirvió a los propios estudiantes a los que les daba clases. Mi labor educativa también la ejercí en el Hospital Padre Billini, donde dirigía la especialidad de Cirugía”.

10. Formación en Nutrición Clínica
Además de mi pasión por la cirugía, hice un posgrado en Nutrición Clínica en el 2002, porque en la medicina nunca se termina de aprender. Fundamentalmente a mí me gustan las cirugías de alta complejidad, y como por lo general esos pacientes tienen problemas nutricionales, quise aprender más sobre cómo mejorar esa situación. En una ocasión, antes de operar a un paciente le introduje una sonda en el intestino y lo empecé a alimentar. El paciente ganó peso y no se me complicó en la intervención.
Empecé a practicar eso de manera empírica, pero luego me profesionalicé. La nutrición clínica tiene incidencia en todas las áreas de la medicina”.

Valora su familia sobre todas las cosas

La familia para mí es lo más importante. Le provoqué una baja al sistema de salud de Cuba, al conocer a mi esposa, Dalia Granados, una tremenda anestesióloga que admiro con todo mi corazón y vino conmigo a este país. Ella es especialista en manejo de pacientes en cuidados intensivos. Nuestra química comenzó cuando estábamos justamente cursando ambos nuestras especialidades. Desde que la conocí me cautivó su don de ser humano. Ella fue una de las primeras médicos que hizo maestría en la UASD en Educación Médica Superior. Recuerdo muy bien el día que ella se graduó, porque a ella le tocó dar las palabras de gracias por todos los graduandos, cosa que me tomó por sorpresa, pero era lo esperado, ya que ella había sido la estudiante con la calificación más alta. Es la creadora de la especialidad de Anestesiología en el Hospital Luis Eduardo Aybar. Tuvimos dos hijos, de los cuales nos sentimos profundamente orgullosos. Ninguno se dedicó a la medicina. Ambos están ligados al tema cultural. El varón, Osmany Rodríguez, estudió Edición y Dirección de Cine. Vive en Los Ángeles, Estados Unidos. A finales del año pasado, ganó un premio Emmy por la serie “Creando Saturday Night Live”. La hembra, Natalie Rodríguez, estudió Bellas Artes en Chavón, donde se graduó con honores. Después estudió en la Escuela de Diseño Parsons, en Nueva York, y luego hizo una maestría en la Universidad de Bellas Artes en Londres. Actualmente trabaja en la Universidad de Connecticut. Hasta este momento mi vida ha sido muy bonita, sobre todo porque he tenido el privilegio de brindar un gran servicio a la sociedad, fundamentalmente a personas de escasos recursos. Pero también como docente, pues he brindado mi granito de arena en la formación de miles de estudiantes. Lo sigo haciendo ahora, además de la UASD, en Intec, donde estoy desde el 2013, en el posgrado y maestría de Nutrición Clínica”.

Trabajo
Actualmente el cirujano Rodríguez Bonet labora en el Centro Médico Antillano, en el Centro Médico UCE, en la Clínica Independencia, así como en Hospiten Santo Domingo.

Esfuerzo
Para mí la labor médica es, más que un servicio, un privilegio. Solo aquellos que verdaderamente tienen vocación por esta carrera, se quedan. Hace falta mucha entrega para llamarse doctor”.

Matrimonio
Le provoqué una baja al sistema de salud de Cuba, al conocer a mi esposa, Dalia Granados, una tremenda anestesióloga”.

Formación
Pedí la extensión y aproveché para optar por una subespecialidad. La hice en el Instituto de Oncología y Radiología de La Habana”.

Especialidad
Además de mi pasión por la cirugía, hice un posgrado en Nutrición Clínica en el 2002, porque en la medicina nunca se termina de aprender”.

Esfuerzo
Hasta este momento mi vida ha sido muy bonita, sobre todo porque he tenido el privilegio de brindar un gran servicio a la sociedad”.

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