El aumento de la esperanza de vida de los dominicanos, que en las últimas tres décadas ha promediado unos 9 años de incremento, está combinando su presencia en el mercado laboral dominicano en un fenómeno de estudio, análisis y hasta de preocupación.

Ya no es solo un indicador demográfico positivo. También es un fenómeno de advertencia para la Seguridad Social, pues plantea futuros encarecimiento de gastos en salud y retos para el régimen de pensiones por el modelo de capitalización individual.

“Cada vez existe una cantidad mayor de personas de 60 años y más en el mundo laboral, edad en que se esperaría la gran mayoría o todos, estén jubilados o haciendo trámites para el disfrute de su retiro”, expone un trabajo sobre el “Contexto socioeconómico de la inserción laboral de los envejecientes”, publicado en el boletín estadístico número 65 de la Superintendencia de Pensiones (Sipen).

La publicación, que es un análisis estadístico del mercado laboral dominicano, plantea que en el quinquenio del 1985-1990 la esperanza de vida al nacer para hombres y mujeres era en República Dominicana de 63.24 años y 67.14 años, respectivamente. Agrega que para el quinquenio 2015-2020, según estimaciones de la tabla de mortalidad de la Oficina Nacional de Estadística (ONE), la esperanza de vida aumentaría a en los hombres y las mujeres a 71.04 años y 76.13 años, indicando que “las personas son más longevas, lo cual podría traer como consecuencia una estadía más prolongada en el mundo laboral, aún después de haber alcanzado la edad legal del retiro”.

Los riesgos de la longevidad

El aumento en la esperanza de vida de los dominicanos tiene sus aspectos de riesgos. En un artículo titulado “Riesgos de longevidad en los sistemas de capitalización individual”, el analista junior del Departamento de Análisis y Estadísticas de la Sipen, plantea que “si bien es cierto que se ha demostrado que existe una fuerte asociación entre el aumento de la expectativa de vida al nacer y el desarrollo socio-económico de un país, el cual pudiera ser en cierta forma el punto anhelado para estos, específicamente con relación a los sistemas de pensiones debido a la dependencia y establecimiento de una edad de retiro legal, así como a la estructura de entrega de beneficios basado en fondos acumulados”.

El analista indica que el riesgo de longevidad se precisa como la supervivencia en edades avanzadas (aumento de la población envejeciente que viva más de lo esperado según cálculos actuariales y tablas de mortalidad).”Esto sin lugar a duda puede traer consigo un aumento en el gasto sanitario y poner de relieve la sostenibilidad de las pensiones”, indica el analista Suriel. Cita de ejemplo que “un aumento en la esperanza de vida de las personas que reciben una pensión bajo la modalidad de retiro programado puede dejar a la persona en algún momento de su vida sin fondos para seguir sosteniendo la pensión acordada mediante los fondos que llegó a acumular en su vida laboral”. Dice que ese fenómeno no es exclusivo de los sistemas de reparto.

Estados deben aplicar políticas de seguros

Después de analizar desde varias perspectivas el tema de la longevidad y los riesgos para las pensiones y gastos médicos de los pensionados, el especialista dice que el principal problema de los sistemas de pensiones y jubilaciones es ofrecer soluciones inmediatas a las personas en edades avanzadas o que presenten riesgos de longevidad, “como el diseño de un plan de mitigación de riesgos que funcione como seguro ante estas situaciones”. Concluye que “los sistemas de pensiones, sin importar si son de carácter público o privado, se ven afectados ante un aumento de la esperanza de vida de la estructura poblacional, lo cual debe motivar a los estados a buscar soluciones efectivas que puedan hacer frente a esta nueva realidad sociodemográfica propia de las economías desarrolladas y también en vía de desarrollo como la dominicana”.

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