Las candidaturas vicepresidenciales podrían adquirir una importancia singular en el actual proceso electoral en el cual nada está claro y cualquier decisión que tomen sus actores podría tener incidencia en los resultados.

Es por eso que los candidatos presidenciales, si siguen “el librito” buscarán acompañantes que complementen sus ofertas y les sumen votos. Aunque en ocasiones se ha dicho que lo importante es que la persona nominada a la Vicepresidencia no reste, eso solo es válido cuando quien ostenta la candidatura presidencial tiene las elecciones ganadas.

Ese argumento, por ejemplo, lo enarboló el entonces presidente Leonel Fernández para las elecciones del 2008 cuando decidió repetir con Rafael Alburquerque como segundo a bordo. En ese momento, su triunfo parecía casi seguro, por lo que se podía dar el lujo de optar por un acompañante que, si bien tiene sobradas cualidades como político y jurista, no le aportaba votos adicionales, toda vez que era de su partido, de su tendencia y de su entorno.

En este caso, tanto Luis Abinader, del PRM, como Gonzalo Castillo, del PLD, y Fernández, ahora de Fuerza del Pueblo, necesitan algo más que un candidato que no reste, en aras de lograr sus objetivos.

Abinader necesita crear impacto

La definición de su candidato o candidata vicepresidencial puede ser una de las armas que le podrían quedar a Abinader a fin de lograr el porcentaje requerido para un triunfo de primera vuelta.

David Collado, alcalde del Distrito Nacional, parece ser la primera opción. Representa una nueva generación, y sale bien de un cargo que muchas veces “quema” a quien lo ocupa, al punto que ostenta unos altos niveles de popularidad que lo convierten en un “presidenciable”.

Sin embargo, hacerse acompañar de alguien que ya es considerado como opción a la Presidencia es un riesgo que está por verse si Abinader está dispuesto a correr.

Entre los “outsiders”, surge como una opción potable el diputado Ito Bisonó, proveniente de las filas del reformismo, y quien ya tuvo un acercamiento con el PRM dando su apoyo a Carolina Mejía, candidata a alcaldesa del Distrito Nacional.

Bisonó, quien se promovió durante meses como aspirante presidencial en una novedosa campaña en la que usaba las redes sociales como recurso principal, es un dirigente de línea conservadora cuyo perfil podría complementar a Abinader, y atraer votos en sectores no afines al PRM.

Los que suenan en el PLD

Margarita Cedeño parece la vice natural del candidato presidencial del PLD. Ella mantiene intacta su popularidad y para los morados, su valor en la boleta aumenta con la salida de su esposo de la organización oficialista.

Francisco Domínguez Brito y Andrés Navarro, dos de los presidenciables del PLD serían también opciones a valorar. Ambos son buenos expositores, por lo que suplirían la falta de presencia de Castillo en los medios de comunicación. Además, ayudarían a redondear una oferta de “sangre nueva”.

Sin embargo, hay quienes creen que Castillo debería llevar un verdadero representante de la nueva generación, para atraer el voto de los jóvenes. Ahí podría entrar en juego una figura como Juan Ariel Jiménez, actual ministro de Economía, Planificación y Desarrollo.

Leonel, una incógnita

En torno a Fernández han estado ausentes las especulaciones sobre las figuras que podrían acompañarlo en la boleta. Sin embargo, la definición de ese punto sería para él más relevante en este proceso que en los anteriores, ya que, por las circunstancias en que surge su candidatura se encuentra en un tercer lugar, según las encuestas.

Se dice que su candidato vicepresidencial podría ser de las filas del PRSC o de alguna otra fuerza aliada, pero para lograr un impacto importante, quizás necesitaría una figura del PLD, que le permita conseguir votos de ese litoral político.

Los vicepresidentes “extra partidos”

En ocasiones, la candidatura vicepresidencial se utiliza para aliados o “outsiders”, con el fin de atraer votos.

Sin embargo, en los últimos procesos, la tendencia que ha predominado en los candidatos presidenciales ha sido seleccionar compañeros de boleta pertenecientes a tendencias contrarias dentro de sus partidos, para enviar una señal de cohesión al electorado.

Así lo hizo dos veces Danilo Medina con Margarita Cedeño, con buenos resultados en ambos casos. También lo hizo Hipólito Mejía con Milagros Ortiz Bosch en el 2000; con Fello Suberví en el 2004 y con Luis Abinader en el 2012, logrando la victoria solo en el primer caso. Abinader repitió la fórmula al seleccionar a Carolina Mejía en el 2016.

En procesos anteriores era más común optar por una figura de un partido diferente o un empresario. El caso más exitoso fue el de Joaquín Balaguer, quien seleccionó al empresario Carlos Morales en el 1986 y en el 1990, logrando el triunfo en ambas ocasiones.

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