Señor director. Está más que demostrado que somos un conglomerado de energías (denominado universo) en eterno y constante movimiento, crecimiento y transformación, y aunque no lo tengamos muy claro, con una finalidad común, que va más allá de nuestro alcance de entendimiento a través de la lógica y la razón. Energías que actúan en consonancia y al unísono, manteniendo un equilibrio perfecto en dicho conglomerado energético. El cuál se compone de energías individuales que se diferencian unas de otras (positivas y negativas), y actúan complementándose, aunque para lograrlo exhiban a veces un comportamiento errático.

De ahí que cada ser viviente, cada ente que respire, cada piedra, montaña, mar.., cada planeta, estrella y galaxia, tenga una función importante que realizar para cumplir ese objetivo común. Por lo que todos sin excepción, somos parte de ese fin y su consecuente logro. Así que por mucho que menospreciemos o desconozcamos nuestro valor y dones únicos de aptitudes y destrezas, que de alguna manera son importantes e imprescindibles para mantener un buen equilibrio en el colectivo humano, aunque no lo percibamos así, mayormente actuamos en consonancia con este reclamo existencial. Sabemos que tenemos un aporte grandioso que hacerle al cosmos y no podemos negar esa verdad, ahora más que nunca, “El universo está necesitando refuerzos, no le niegues tu potencial”.

Tu corazón te esta advirtiendo y martillando en la cabeza que algo más trascendental que levantarte a diario, insertarte a tu rutina y dejar que las horas pasen, espera por su realización. Y no hablo de grandes eventos ni de fama alcanzada, si no de esa misión única que debes realizar para que el curso de la vida continúe fluyendo hacia un maravilloso lecho, donde se produce con cada misión cumplida un espectacular orgasmo universal, y allí, aunque aparentemente te quedes en el anonimato, brillará tu luz, iluminando vidas que gracias a tu aporte, también encontrarán su camino para llegar a brillar con luz propia.

Por más distracciones que te proveas, por más que te empeñes en negarte, cuando te empieza a hincar esa espinita que te recuerda hacia dónde debes dirigirte, qué debes hacer, cómo hacerlo, cuáles son las pautas a seguir…, y te obliga a dejarlo todo y poner manos a la obra, casi sin notarlo, emprendes un camino de no retorno que jamás tuviste en mente, pero en tu subconsciente estuviste esperando el valor para llevarlo a cabo.
No es que la vida está escrita y te suceda, más bien la vida la escribes tú, y la haces suceder, ella te convida a intervenir y a experimentar todo un abanico de posibilidades, a cambiar su curso con cada elección, con cada toque energético, cual bucle espacio temporal, donde se supone, el tiempo no discurre de manera lineal, y tu participación es fundamental.

Mantente receptivo a la inteligencia divina que eres. Deja salir tus dones, úsalos, que lleguen hasta donde deban llegar, regresarán multiplicados a tu Ser, descubrirás nuevos dones que cultivar, esparcir y agradecer, para de nuevo dejarlos salir y volar lejos… El bucle infinito de la vida.
Idalia Harolina Payano Tolentino
Colaboradora

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