En ocasiones, cuando escribo, me fascina “provocar sanamente”. Y me alegra más cuando mi provocación surge luego de yo ser provocado. Ocurre que hace días los premios Billboard de la Música Latina eligieron cuatro candidatos a compositores del año: Bad Bunny, Daddy Yankee, J Balvin y Ozuna.
Hace tiempo hice una lista de los que, a mi entender, son los mejores cantautores iberoamericanos de todos los tiempos, reconociendo que para los gustos se hicieron los colores y que debemos respetar a los seguidores de los señalados por Billboard.

El mejor de todos es Silvio Rodríguez. El cubano está muy por encima de todos. Nadie tiene la profundidad en las letras como el antillano. Es un pensador de marca mayor. Sus estrofas retumban conciencias, acarician sueños y abonan al amor. Sus canciones las escuchamos una y otra vez y siempre aprendemos algo. Tiene más de 400 canciones que son “mis favoritas”. Quien no lo ha escuchado le falta algo por vivir.

Le sigue Joan Manuel Serrat. El hombre trascendió los siglos. Masificó a grandes poetas de España. Descubrió una América mestiza sin usar carabela, lo hizo a pura garganta y su Mediterráneo inundó todos los mares.

Su compatriota, Luis Eduardo Aute es mi tercer favorito. Polifacético, intenso e inmenso, sus letras alteran los sentidos y descifran las más silvestres pasiones. Continúo con la Madre Patria y llega Joaquín Sabina, con sombrero de bufón y aire bohemio, irreverente, atrevido, soez. Sus palabras son la anarquía hecha música. Su más reciente producción “Lo niego todo” es formidable.

Mi quinto es nuestro Juan Luis Guerra. Sus letras se visten con el arcoíris y perfuman con vientos caribeños de alegría, amor y esperanza. Es nuestro principal símbolo musical en el mundo. El sexto puesto es de Alberto Cortez. El argentino hace de la poesía canción, le canta a todo con elegancia y precisión, filósofo de la libertad.

El número de la suerte corresponde a Brasil, con Chico Buarque. Políglota, escritor, dramaturgo y mil cosas más. “Oh, qué será” es su emblema, algo tan cotidiano que hasta da risa saber de qué se trata. Si hay una canción de canciones, cantada en todo el mundo, es “Gracias a la vida”, de la chilena Violeta Parra, el folclor hecho persona, la primera latina que expuso en el Louvre, la que rompió barreras e hizo de su voz una bandera contra las injusticias. Es mi octava preferida.

El noveno, otro cubano, Pablo Milanés. Basta con “Para vivir” y “Yolanda”. El décimo puesto es para otro español: Víctor Manuel, con “Ay, amor”, “Solo pienso en ti” y “Soy un corazón tendido al sol”. Termino con la esperanza de haberlos provocado, gracias a Billboard.

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