Las alarmas hace tiempo que estaban encendidas. Y el miedo extendido. El país no podía continuar ajeno a un serio problema que ya está entre nosotros: la presencia del coronavirus, con varias decenas de personas en observación y más de una docena confirmadas.

La Unión Europea, Estados Unidos, y el país donde se destapó, China, con los cuales República Dominicana tiene importantes intercambios económicos y flujos, y otras naciones ya afectadas, recurren a sus medios de control, sin que hasta ahora ninguno haya podido detener el mal.

Huelga decir que estamos ante una crisis sin precedentes, que obligaba a tomar medidas de excepción. El presidente de la República, en nombre del gobierno, las anunció anoche, y hoy depositará en el Congreso Nacional la iniciativa para que sea declarado el Estado de Emergencia, según las previsiones del artículo 265 de la Constitución, en atención a la amenaza del COVID-19, que pone en peligro la vida nacional en el orden económico, social, medioambiental y que podría conducirnos a una verdadera calamidad.

Bajo ese marco, República Dominicana declara el cierre de las fronteras terrestres, marítimas y aéreas, para establecer un control mucho más riguroso de lo que había sido hasta ahora. Es un grave momento que obliga a accionar en la dirección adecuada.

Las actividades sociales, económicas o de entretenimiento que impliquen concentraciones de personas, fueron suspendidas.
Asimismo, fueron trazadas normas para los sectores productivos y la administración pública. Es un cierre del país en el cual sólo quedan habilitados servicios fundamentales como la venta de alimentos y combustibles y suministros esenciales.

Asimismo, el gobierno exhorta a evitar los desplazamientos innecesarios. La colaboración de las familias es clave para cumplir con las directrices dispuestas.

Es un período de excepción durante 15 días que conlleva otras medidas extraordinarias que deben ser acatadas por toda la población, los sectores productivos y prestadores de servicios.

Se trata de la defensa de la vida y de la protección de todos. Para eso, son necesarias las firmes expresiones de solidaridad y los sacrificios.

Entendamos el estado de emergencia nacional que arranca mañana, pero que con un buen aguzamiento de los sentidos, debe empezar desde hoy.

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