En los actuales momentos el mundo atraviesa por una de las peores crisis de todos los tiempos. El coronavirus tiene a los países del planeta en tensión y tomando todas las medidas de lugar, para evitar que esta pandemia los afecte y provoque una gran cantidad de muertos de su población.
La propagación del virus se inició en China, pero ya ha tomado todo el planeta. La economía mundial está resentida, hasta el punto que el precio del barril de petróleo ha caído por debajo de los 25 dólares. Eso significa que el mundo está frenado en términos de producción.

Hasta el momento, el coronavirus es responsable de casi 10 mil muertes en el mundo, está presente en unos 170 países y el número de infectados alcanza la cifra de más de 250 mil. Todo eso ha creado una especie de pánico planetario y todos estamos esperanzados en que, en el más breve plazo posible, se encuentre la vacuna que pueda frenar esta gran pandemia.

En el caso de nuestra nación, la situación es sumamente difícil y complicada. Aunque hasta el momento solo hay 34 infectados y 2 muertes, el gran reto es que el virus se pueda diseminar por amplios segmentos de la población y pueda provocar muchas muertes. Para enfrentar eso, el gobierno del Presidente Danilo Medina ha manejado la situación de forma muy correcta y con sentido de responsabilidad, ha dado orientaciones precisas a la población e incluso solicitó al congreso una ley para declarar el estado de emergencia, como una manera de evitar que muchas personas en las calles se conviertan en foco de propagación.

Fruto de esas medidas, no hay clases ni muchas empresas u oficinas trabajando, por lo que el país dominicano está en cuarentena. Todas las familias dominicanas se encuentran recluidas en sus hogares, cuidándose y garantizando que el virus no les llegue ni se propague.

En estos tiempos del coronavirus quiero, en primer lugar, pedir que acaten las orientaciones de la autoridades y hago un llamado a todas las familias para que oren unidas y les pidan a nuestro Dios Todopoderoso que tenga control de la nación y de cada uno de nosotros. Que no nos cansemos de orar, todos juntos, padres, madres, hijos, sobrinos, nietos, abuelos, todos unidos en una sola voz, clamando a nuestro Padre Celestial para que nos de fortaleza y esperanza, y que Él sea nuestro mayor consuelo en este momento tan difícil.

En segundo lugar, quiero hacer un llamado para que practiquemos el amor y la solidaridad de Jesús, con aquellos sectores y personas que tienen las condiciones más adversas para enfrentar esta situación. Ayudemos a aquellos sectores pobres, indigentes, excluidos, brindémosles comida, apoyo, orientación y amor en estas circunstancias que ellos lo necesitan.

Quiero concluir este artículo, levantando mi oración a nuestro Dios, citando ese hermoso versículo de 2da de Crónicas 7:14, con el cual concluyó su discurso el presidente Danilo Medina el pasado martes: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.

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