Señor director. Ante todo mi felicitación por el artículo publicado el miércoles 18 del corriente, titulado “La Nación frente al coronavirus”, un excelente llamado a colaborar, a ser solidarios, actuar con cautela y asimilar el grado de emergencia que está viviendo actualmente la humanidad, y el país con ella.

Con su permiso me gustaría aportar lo siguiente.

El país pasó muy rápidamente de una crisis electoral a una crisis de salud mundial, y con ella arrastra una crisis económica, política, laboral y social.

Mientras se trate de superviviencia y de salvaguardar nuestra integridad física y la de los demás, debemos actuar con sensatez y cordura, pero el pánico se ha apropiado de la población mundial a niveles insospechados, y nosotros estamos bajo ese mismo influjo.

Si bien es cierto que hay que estar preparados para permanecer en casa y solventar nuestras necesidades alimenticias, no es menos cierto que debemos estar conscientes de que el miedo ha impulsado a la mayoría de la población a efectuar compras masivas de alimentos y medicinas, cosa que en nada ayudará a resolver el problema, incluso hasta podría agravarlo, pues se han aglomerado miles de personas en un mismo lugar, y como no es el número de personas que frecuentemente se espera allí, se han agotado muchos productos de primera necesidad y otros que son importantes para prevenir la embestida del virus.

Si unos cuantos acaparan estos productos preventivos o paliativos (los de mayor poder adquisitivo y los que pueden usar sin ninguna discreción sus tarjetas de crédito, que luego no se sabe como saldrán del atolladero), los menos afortunados, los mismos pobres de siempre (que son mayoría), quedarán muy expuestos e indefensos, ya que no pueden darse el lujo de comprar por mucho, solo para el diario vivir. Estos son los más afectados por esta pandemia, pues aunque no se contagien, la crisis económica y la escasez de productos asequibles a sus escasos ingresos, los devorará inevitablemente, pues esta misma locura colectiva va a encarecer aún más dichos productos.

A pesar de que se dice que la enfermedad no es mortal, sí colabora con la muerte en caso de haber complicaciones de salud previas al contagio, y los mayores serían los más vulnerables. Se ha pedido a la población que acatemos las instrucciones y colaboremos en la medida de lo posible con evitar su propagación, pero creo que las autoridades debieron actuar antes para evitar entre otras cosas, el descontrol y acaparamiento de ciertos productos. Lo hecho, hecho está, ahora seamos sensatos y comportémonos a la altura, acabamos de dar un buen ejemplo de civismo y comportamiento ciudadano de valores y respeto al derecho ajeno, no lo empañemos en tan poco tiempo, usemos bien la cabeza y seamos pacientes. Recordemos que el miedo es la peor enfermedad y calamidad que existe, que siempre hay una salida y solución para todo, y que “ESTO, TAMBIÉN PASARÁ”.
Idalia Harolina Payano Tolentino
Colaboradora

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