El ser humano siempre ha demostrado tener una gran inteligencia que le ha permitido aprovechar la piedra, el cobre, el bronce, el hierro y el petróleo para producir 5 grandes transformaciones que desde aquella vieja etapa primitiva y cavernaria nos ha traído hasta una moderna era actual dominada por una tecnología totalmente digital que sustenta la comunicación satelital, y también ha sido capaz de salir a explorar los confines de nuestro sistema solar, comenzando con las cercanas exploraciones lunares, hasta las lejanas exploraciones de Marte, Venus, Júpiter y Saturno, y más recientemente la sonda Parker fue capaz de acercarse a fotografiar nuestra estrella solar.

El ser humano ha librado todo tipo de guerras, desde las primitivas guerras con lanzas, arcos y flechas hasta las modernas guerras nucleares y de misiles lanzados desde aviones “invisibles” a los radares, sin embargo, tanto en la antigüedad como en la modernidad, los seres humanos hemos sido víctimas de microorganismos patógenos que gracias a su tamaño microscópico, invisibles para la vista normal, siempre tienen facilidad de entrar silenciosamente a nuestro cuerpo, para acomodarse y multiplicarse libremente hasta vencer nuestro sistema inmunológico, lo que indica que hemos sido capaces de vencer a los más grandes, pero siempre terminamos vencidos por los más pequeños.

Y es que los virus y las bacterias existen sobre la faz de la Tierra desde al menos 3 mil millones de años antes de que apareciera el hombre inteligente, y por tal razón han tenido mucho más tiempo para desarrollar una gran inteligencia de adaptación y supervivencia que les permite reproducirse aprovechando las condiciones ambientales del cuerpo humano, y por esa razón desde los primeros geroglíficos egipcios, hasta en pasajes bíblicos, se hace referencia a plagas que ya en el pasado afectaban a seres humanos, como el virus del polio, el virus de la viruela, el virus del sarampión, el virus de la influenza, el virus de la rabia, la infección bacteriana de la peste negra, la bacteria del cólera, el virus de la gripe española, etc., y los más recientes como el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y ahora el coronavirus (COVID-19) que acaba de poner al mundo en cuarentena y de rodillas.

Y si bien es cierto que desde que en 1862 Luis Pasteur desarrolló el proceso de pasteurización para eliminar mortales microorganismos patógenos presentes en nuestros alimentos, y desde que en 1928 Alexander Fleming descubrió la penicilina, el ser humano ha podido defenderse más efectivamente frente a estos entrenados y adaptados microguerreros invisibles, y ha podido triplicar las expectativas de vida, desde los 25 años típicos de la Edad Media hasta los 75 años de la actualidad, la realidad es que todavía el ser humano tiene poca capacidad para defenderse exitosamente frente a microorganismos con habilidad ancestral de mutar para hacerse mucho más resistentes a las condiciones climáticas ambientales y a los ataques químicos de medicamentos antibacteriales o antivirales.

Y en medio de esta nueva guerra viral donde ya hay más de 300 mil contagiados a nivel global, incluyendo 202 en RD, vemos que los grandes imperios de ayer y de hoy, como China, Italia, España, Irán (Persia), Inglaterra y Estados Unidos encabezan la lista de naciones que han sucumbido ante el inesperado ataque viral, por lo que es de esperar que en naciones de escasos recursos económicos, gregarios y de higiene culturalmente limitada, y con servicios de salud caracterizados por la precariedad, se disparen los índices de mortalidad, pudiendo superar el 6% que ya tiene España y el 9% que ya tiene Italia, aunque los países más impactados son aquellos donde se ha subestimado el potencial expansivo del virus, pero como en la RD las autoridades ya han tomado oportunas medidas para el aislamiento de la nación y de la población, ahora se espera que cada ciudadano cumpla respetuosamente cada protocolo y cada indicación, ya que debido al período de incubación todavía la curva de expansión de contagiados no ha explotado exponencialmente como lo hizo en los territorios continentales más afectados.

Muchos visionarios del mundo de hoy temen que una tercera guerra mundial no sería entre grandes naciones que se disputen territorios ricos en agua y en minerales energéticos y estratégicos, ni con misiles nucleares ni ataques satelitales, sino con ataques bacteriales y virales como los que enfrentamos actualmente, los que gracias a su invisibilidad generan un estrés que mantiene al mundo rendido a sus pies, pues aunque la ciencia médica busca afanosamente medicamentos y vacunas, el ataque viral se expande tan rápido como el pánico social, fruto de que nadie ve al virus llegar y entrar para contagiar, siendo una tarea urgente para la comunidad científica el desarrollo de coloreadores identificadores de presencia de virus y bacterias, presentes en el cuerpo humano, en el trabajo, o en el hogar, de fácil adquisición y aplicación, que nos permitan a todos alejarnos rápidamente de su presencia, o inmunizarnos a conveniencia; pero mientras eso llega, acudamos al Salmo 91 de la Biblia, el cual dice: “El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente, y a toda hora, Él te librará de la peste destructora”.

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