Informar es un deber indelegable  de los periodistas. Los ciudadanos tienen derecho a estar informados, lo mismo que a informar, ahora en la modernidad, informar e informarse es también un derecho.

La información es un bien social clave para mejorar la calidad de vida, para preservar vidas, defender vidas y salvar vidas. Un periodista íntegro no debe renunciar jamás a su obligación de informar.

Informar es un acto de conciencia que entraña una responsabilidad. En las circunstancias más difíciles, los periodistas cumplen con esa responsabilidad. En las guerras entre naciones, en los conflictos civiles armados, en las batallas entre los criminales y las autoridades, en las catástrofes y calamidades, ahí están los periodistas y los reporteros. Va más allá del “periodismo ciudadano” ahora en boga.

Una pandemia como el COVID-19 es una calamidad de marca mayor. Los profesionales como médicos y enfermeras; los agentes de la seguridad pública y los gobernantes tienen la obligación moral, el compromiso con la sociedad y el Estado de cuidar las vidas de las personas.

El gobierno debe y está obligado a proveerles los medios para proteger las vidas de esos profesionales y trabajadores de la salud y la seguridad. Aun así, ocurren deserciones.

El COVID-19 no discrimina, y es atroz, especialmente contra los más débiles o vulnerables. Los periodistas y reporteros están en ese rango. No tienen las mejores herramientas ni siquiera fuertes instituciones que los defiendan.

Los periodistas y reporteros también tienen derecho a proteger sus vidas, como los médicos o los agentes del servicio público.

Las empresas y los periodistas están en el deber de encontrar las fórmulas, las políticas y las medidas, para cumplir con sus deberes morales y profesionales. Las empresas deben garantizarles las condiciones para ejercer sus funciones.

Hay que preservar la vida de los reporteros y periodistas expuestos en las calles sin las herramientas adecuadas para desenvolverse en las actuales condiciones.

Una pandemia como el COVID-19 no deja espacio libre para guarecerse más allá de los hogares. Los periodistas están en las calles. No es una guerra convencional donde los bandos en general respetan sus derechos y tratan de garantizarles un lugar para protegerse.

Hay que garantizar la vida de los periodistas que cumplen sus misiones.

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