La crisis del coronavirus impuso una Semana Santa atípica, en cuarentena, sin éxodo de vacacionistas ni campaña gubernamental de prevención de desgracias personales y cuyos servicios religiosos tuvieron que hacerse sin feligreses presentes, transmitidos por televisión o Internet. Hoy lunes después de Domingo de Resurrección, el tema no es, como de costumbre, cómo transcurrió la Semana Mayor, qué incidencias tuvo, el regreso de vacacionistas, continuación de año escolar y retoma del ritmo nacional normal, así como cuál fue su balance de sucesos lamentables. Ese patrón se rompió este año como nunca hubiéramos sospechado y lo que tenemos es comienzo de una nueva semana de crisis sanitaria, con una ansiedad que va aumentando con cada nueva semana que se inicia.

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