Esta semana cumpliremos un mes del inicio de las medidas de cuarentena impuestas por el gobierno, necesarias para evitar la expansión del virus.
Las teorías económicas son múltiples, unos dicen que hay que endeudarse, otros que hay que tener cuidado porque esta será una deuda que pagarán las próximas generaciones. Todas las deudas que contraen los gobiernos nunca son para pagarlas en el término de su mandato, se las dejan al próximo y en muchos casos a otra generación con préstamos de largo plazo que podemos cuestionar su utilidad o estar de acuerdo que el endeudamiento genera crecimiento.

La informalidad en nuestro país es enorme, muchos comen de lo que producen diario. Si pensamos en la cantidad de personas que hoy no tienen qué comer es espantoso, salones de belleza, camareros, parqueadores, soldadores, empelados de la construcción, vendedores ambulantes. La lista es incontable y llegar a ellos se hace impostergable.

Si creemos que esta lista interminable se quedará en sus casas sin que les llegue un auxilio real, estamos equivocados, preferirán morir del virus, que resulta ser un porcentaje menor, que la posibilidad de morir de hambre, cuya realidad es mayor.

El mundo ha vivido múltiples crisis desde las guerras mundiales hasta las pandemias del siglo pasado. Somos un país expuesto a catástrofes naturales, la pandemia del 2018, una dictadura de treinta años, una guerra civil en el 1965, crisis económica en los noventa, crisis bancaria en 2003, las hipotecas basura del 2008 que llevaron al mundo al borde del colapso económico y de todas nos superamos.

De nuevo una crisis global y en esta aplica perfectamente la teoría Keynesiana: hay una variación de la demanda no causada por factores económicos sino por la pandemia que sin dudas afecta el empleo y los ingresos y la solución, como bien diría Keynes, es aumentar el gasto presupuestario donde la preocupación no puede ni debe ser el “hoyo fiscal” sino el “hoyo estomacal”, lo que nos impulse frenéticamente a buscar soluciones para los miles que hoy no tienen que comer.

Hoy recibíamos con mucha alegría las noticias del Gobernador del Banco Central y del Ministro de Hacienda que están buscando recursos con el FMI y el Banco Interamericano de Desarrollo. El Gobernador conoce lo importante del apoyo del FMI, lo vivió con mucho éxito en el 2008/2009 y debemos aprovechar, como se hizo en Colombia, mecanismos para apoyar las microempresas y trabajadores informales. La organización actual de la DGII permite identificar estos grupos tan urgidos de auxilio.

No podemos olvidar la clase media, los bancos han tomado medidas muy pertinentes con las tarjetas de crédito defiriendo pagos, dando descuentos en compras; la DGII también, pero faltan muchas más medidas, recordemos que la clase media es el motor de la economía y los necesitamos pronto en restaurantes, plazas comerciales, etc.

Propusimos hace unas semanas, que, como forma de reactivar la economía, iniciar un plan de viviendas de bajo costo con el apoyo de Hábitat para la Humanidad. La Asociación de Constructores y Promotores de Vivienda (ACOPROVI) viene desarrollando un excelente modelo de viviendas de 46 mts2, con un costo cercano a RD$800,000 y financiamiento de 30 años.

¿Puede alguien imaginar el impacto en la calidad de vida, con la construcción de 100,000 viviendas en tres años? “PLAN RENACER”, donde más de 4,000,000 dominicanos se verían beneficiados con un efecto multiplicador sobre la economía que me faltarían páginas para escribirlo y con una inversión cercana a los 1,400 millones de dólares, de organismos internacionales, de fondos privados, de las AFP y Asociaciones de Ahorros y Préstamos.

Por meses habremos perdido una de nuestras fuentes de ingresos más importantes, el turismo, que representa el 8% del PIB y que demanda localmente el 45% de sus insumos, lo que representa para la agricultura, la industria y el comercio una disminución sensible de sus ventas. La construcción es el mejor mecanismo que podemos tener para crear esa demanda hasta que los turistas regresen. Así que el “PLAN RENACER” no tiene tiempo que perder.

La agricultura, debíamos ir pensando crear pequeños puestos de ventas en toda la geografía nacional para evitar aglomeraciones y dar facilidad a la salida de muchos productos que no lo tienen ahora, reduciríamos los costos de transporte y de intermediación.

Observamos una campaña electoral impropia para los tiempos que vivimos. Ojalá la JCE, con el cambio de fecha, tome medidas para prohibir dicha campaña, sería un aporte positivo que sin dudas mejoraría la desgastada imagen de nuestro importante órgano electoral.

Este es un momento de sumar, olvidar diferencias, los liderazgos no se demuestran en la bonanza, por el contrario, es en las crisis. Es momento de trabajar hombro con hombro, demostrar talento, humildad y capacidad o simplemente pagaremos caro como nación nuestra incapacidad de actuar como un solo cuerpo, como una nación que piensa en el mañana y no en el hoy.

Termino con las palabras finales del presidente de la Asociación de Industrias, Celso Juan Marranzini, en el mensaje del importante gremio empresarial al país.

“Superar la situación no es ni será tarea simple, sólo juntos podremos salir de la misma y sólo es posible si gobierno, empresariado, liderazgo político, iglesias, actores sociales, nos mantenemos mirando en una misma dirección y accionando en el mismo sentido. Volveremos con más fe a trabajar, a buscar la prosperidad que todos deseamos, a mostrar que no sólo nuestros productos sino también nosotros como nación somos especiales porque somos “HECHOS EN RD”.

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