Durante el período de aislamiento social ha disminuido la emisión de gases contaminantes

Con el freno de la economía mundial que ha causado la COVID-19, se están viendo algunos ejemplos de saneamiento ambiental, señala el ambientalista y vicepresidente de la Fundación Grupo Puntacana, Jake Kheel. Destaca que a nivel global, el consumo de energía y petróleo ha sido reducido drásticamente. “La ausencia de producción industrial, la interrupción de los comercios y paro de los medios de transporte (aviones, cruceros, autobuses, camiones, carros) han implicado reducciones de gases invernaderos que contribuyen al cambio climático”, subraya el especialista.

En las principales ciudades del mundo, sostiene, se está registrando una mejoría en la calidad del aire por la pausa en las industrias y el transporte vehicular. De igual forma, “se están viendo especies de vida silvestre en metrópolis donde comúnmente no se encuentran. Estas son señales positivas de cambios que somos capaces de generar hacia futuro, limitando la huella humana cotidiana”, resalta Kheel.

Después que pase esto, ¿qué deben seguir implementando los gobiernos para poder enfrentar la posibilidad de pandemias futuras frente al medioambiente?
Muchos gobiernos no dedican toda la atención necesaria a la protección ambiental, al manejo de las áreas protegidas y la conservación de la biodiversidad, porque no valoran su importante contribución a la economía. Tampoco existe conciencia del impacto de la naturaleza con la salud humana. Sin embargo, los ecosistemas proveen servicios vitales de mucho valor económico y social. La crisis mundial que se ha generado a raíz de la COVID-19 debe llevar a los gobiernos a reconocer esa íntima relación.

En países como China, donde existen “mercados mojados” (mercados de animales al aire libre)y un tráfico ilegal de vida silvestre, tienen un alto riesgo de producir más pandemias por la amenaza de otras enfermedades zoonóticas. La comunidad internacional debe asumir la responsabilidad de presionar el cierre de esos mercados, no solo por su contribución a la extinción de especies amenazadas y su crueldad, también por su potencial para afectar la salud humana y la economía a escala global.

Países como República Dominicana, deben asumir un compromiso real con políticas y acciones de mayor alcance, para la protección de los ecosistemas y la conservación de las especies en amenazadas. Es impostergable asumir la protección de los bosques y los recursos naturales como parte de una estrategia de seguridad nacional.

¿Qué aprendizaje nos deja como sociedad?
Escuché a una persona comentar que la única medida que ha logrado solucionar la crisis del tránsito en Santo Domingo es el aislamiento social, consecuencia de la pandemia. Aunque lo dijo en broma, en realidad, el aislamiento social y la respuesta global a este mal nos han forzado a replantear nuestra forma de vivir, el impacto de nuestras acciones y las posibilidades hacia el futuro.

Hemos tenido que aprender a vivir sin nuestros vehículos y limitando nuestras posibilidades de salir, socializar, y consumir. Además, estas restricciones nos han llevado a apreciar los pequeños detalles de nuestras vidas sin depender de tantas cosas materiales. A mí personalmente el aislamiento social me ha mostrado lo poco que necesito para estar contento. En vez de consumir, podemos contentarnos, apreciar más los espacios naturales, visitar la playa, o ir un parque nacional y disfrutar de la naturaleza. Cada persona puede estar más consciente de su propia huella.

Preservación
Para la protección de los ecosistemas y la conservación de las especies se debe asumir un compromiso real con políticas y acciones.

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