A lo largo de la historia la diplomacia ha estado dirigida por los varones, los embajadores, representantes y enviados extraordinarios y plenipotenciarios han sido generalmente en la historia del sexo masculino.
La presencia de las mujeres en puestos de liderazgo sigue mostrando una brecha importante respecto a los hombres y el ámbito de la diplomacia no es una excepción. Aunque la presencia de ellas con rango de Embajadora ha crecido en los últimos años, solo en 9 países ocupan más del 20% de los rangos de Embajadoras.

Y como es sabido que, tanto en el campo militar, como en el religioso y el diplomático, el lugar de la mujer ha estado impedido, limitado o postergado.

La incorporación de las mujeres en las embajadas se había limitado a actividades propias del sexo, de acuerdo al modo de saber de aquellos tiempos. De manera que si una mujer se incorporaba en una embajada sus labores diplomáticas, se circunscribía a las de taquigrafía, mecanografía, recepcionista, archivistas y en los mejores casos, a las de traductora.

En Estados Unidos en 1971 se levantó la prohibición de que las mujeres casadas pudieran ejercer como diplomáticas. Brasil fue de los primeros países en admitirlas, lo hiso en 1918, pero después lo prohibió entre 1938 y 1954.

Según estudios realizados por Ann Towns y Brigitta Niklasson de la Universidad de Gotemburgo, el 85% de los embajadores en el mundo son hombres. Los países nórdicos son los que nombran más mujeres., las naciones de Sudamérica designan un 18%. Sobresale Colombia, con 28%.

En República Dominicana se han dado importantes pasos, pero aún estamos lejos de la paridad, nunca hemos tenido una Ministra de Relaciones Exteriores, tenemos 47 embajadas 9 están encabezadas por mujeres, más 2 en misiones multilaterales, de 6 vicecancilleres 2 hembras, en los demás rangos el porcentaje es más alto.

Pero nuestra historia registra un nombre que es el de Minerva Bernardino dominicana nacida en el Seíbo en el 1907, fue una diplomática dominicana, promotora de los derechos de las mujeres en el ámbito internacional. Fue una de las cuatro mujeres que firmaron la carta original de la fundación de las Naciones Unidas en el 1945.

Participó también en la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, donde se aseguró en el texto la igualdad entre hombre y mujeres. Y fue vicepresidenta del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas y la primera vicepresidenta de Unicef.

Cuenta la historia, que una vez, la persona que presidia una sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas se dirigió a las mujeres delegadas como “Estimadas Señoras” en lugar de “Delegadas”. Antes de que pudiera terminar lo que estaba diciendo, la Señora Bernardino había pedido la palabra para una moción de procedimiento, y expresó Cito. “Usted nos puede llamar señoras cuando nos ofrezca una taza de café o té, o nos invite al almuerzo, pero aquí en este salón, no somos señoras, somos delegadas, y deberíamos ser tratadas de acuerdo a ello”.

Para terminar por hoy, es oportuno decir que el sexo no determina la calidad del trabajo, sino la preparación y la entrega. #QuédateEncasa.

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