Parte 2

Su espíritu estaba cansado de tanta lucha. Experimentaba honda mortificación por las luchas intestinas de nuestro pueblo, y por encima de todo esto, acababa de recibir uno de los más rudos golpes de su vida. Venía “enfermo del alma” de Puerto Rico, su Patria, a cuya independencia había sacrificado toda su vida, luchado con toda la fuerza de su pluma, y que acababa de caer, después de la Guerra con España, en manos de los Estados Unidos de Norteamérica. Su fracaso le llevó a un estado de abatimiento y pesar, que terminó por afectar por completo su salud.

Además, olvidado hasta por sus discípulos, pasaba una vida casi de completo aislamiento careciendo no sólo de comodidades, sino de los medios indispensables de vida. Su orgullo le hacía rehusar ciertas dádivas de sus amigos, que enterados de su penosa situación trataban de ayudarle en algo. Días hubo en que hasta hambre pasara el insigne maestro.

Su estado general era de una depresión extraordinaria, en pocos días se puso pálido y demacrado, adelgazó y ni el uso de los sedantes le hacía conciliar el sueño. Después de un estado de estreñimiento en el que pasó siete días sin efectuar una deposición, y después de administrársele un purgante, sobrevino un estado disenteriforme con diarreas fétidas. Presentaba ligero estado febril y un decaimiento general. El corazón se tocó, ruidos sordos y débiles. Un examen de orina que se le practicara reveló una albuminuria; orinas escasas y teñidas.

Su estado general se agravaba, había muestras de gran decaimiento, depresión general y profundo agotamiento nervioso. En ningún momento de su enfermedad perdió el uso de sus facultades. Murió el día 11 de Agosto de 1903 a las 11:15 p.m. después de seis días de gravedad.

El tratamiento consistió en: reposo absoluto en cama, dieta de líquidos, tónicos generales, suero fisiológico, y un purgante .
Las penosas condiciones de vida de sus últimos tiempos tuvieron una grande influencia en su enfermedad y muerte.

El ilustre educacionista don Eugenio María de Hostos y de Bonilla murió con la decepción por la ingratitud de los pueblos de Hispanoamérica, que sólo reconocieron su labor y sus desvelos después de su muerte. Desgraciadamente los pueblos sólo reconocen el valor de la pérdida de sus grandes hombres en el momento de lamentarla. Murió don Eugenio María de Hostos y de Bonilla el día 11 de agosto del años 1903 a las 11:15 p.m. en su residencia de “Las Marías”, Avenida Independencia, durante una perturbación atmosférica.

El día 12 de agosto de 1903 a las 5 p.m. se le dio sepultura en el Cementerio de Santo Domingo en el nicho No. 3 del panteón de la familia del lic. Cayetano Armando Rodríguez, cedido por éste. Don Federico Henríquez y Carvajal pronunció la oración fúnebre.

Comentario del bachiller Cabral: La vida agitada, con cambios de nutrición y cambios de clima del señor Hostos, probablemente influyeron en sus trastornos gastro intestinales (estreñimiento, dispepsia), y este estreñimiento hecho crónico produjo una intoxicación constante de su organismo que se traducía por sus frecuentes cefalalgias e insomnios. Además, como es sabido, la coprostasis produce una intoxicación general que toca todos los órganos. A pesar de que los médicos que le asistieron no hicieron este diagnóstico, el cuadro clínico de los trastornos del Señor Hostos durante su vida y más aun el cuadro de su muerte, corresponde a un cáncer del intestino, que, dado el orden de frecuencia, probablemente se trataba de un Epitelioma del Recto o del Sigmoide.

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