Nunca imaginé que alguna vez mis canosos años serían objeto de envidia generalizada, como me sucede hoy, como a muchos, gracias al Coronavirus, alias Covid 19 (cuyo apellido, por cierto, debe ser Men, Joa, Ben, Tse o Sang). Lo digo porque durante esta tiranía nunca he formado parte de las enormes filas que se hacen en bancos, supermercados y otros negocios masivos, pues los de mi categoría (nos llaman envejecientes, adultos mayores, personas de la tercera edad o malditos viejos) tenemos preferencia en todo… (Y, al entrar y salir de cualquier lugar lo que más escucho es “¡Qué envidia!”).

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