Historias de cambios de estilos de vida matizan la cuarentena. Yo, por ejemplo, descubrí mi patio como destino alternativo de trote y ¡Maroteo! Resulta que desde un patio colindante, el cual está muy elevado respecto al mío (resido en parte más alta de calle inclinada; esa casa vecina ocupa la mayor altura de la cuesta), caen a mi predio tamarindos, cerezas o aguacates. Habitualmente paraban, descompuestos, en la basura, desechados junto a la interminable hojarasca que también recibo sin remedio de mi vecino, y debo limpiar constantemente. Ahora los he recogido frescos y consumido. “Maroteo”, jogging sin salir de casa y otra cosa: tras muchos años sin practicarla por tiempo y presupuesto escasos, hice jardinería. Bueno, pequeñeces de la cuarentena.

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