Los diarios son bombardeados en tiempos de campaña con hallazgos de encuestas sobre posicionamiento político, centradas en los aspirantes a la presidencia de la República.
Los bombardeos provienen de firmas algo conocidas, otras de empresas poco conocidas o desconocidas, y las más comunes, de partes interesadas, llámese partidos o vinculados a los partidos.
Las “investigaciones” suelen presentar realidades del “momento”, siempre con grandes disparidades, aunque los trabajos de campo se realicen más o menos en el mismo período.

Los medios de comunicación no dudan de que las muestras hayan sido hechas con el rigor que la ciencia aconseja, pero no siempre están persuadidos de que los resultados presentados se correspondan con la verdad.

La generalidad de los estudios obedece a partes interesadas, y debían tomarse con pinzas. No se repara que cuando un medio los divulga, en alguna medida los avala.

Si bien la gente sabe que los datos son de la exclusiva responsabilidad de la “empresa investigadora”, al ser divulgados en un medio convencional, al que se le reconoce credibilidad, la cosa adquiere un determinado rango.

De esa forma, el medio de comunicación, si bien no es compromisario del contenido, al recogerlo debe asumir que se torna en un canal en pro del interés perseguido.

En consecuencia, reproducir contenidos relativos a hallazgos sobre posicionamiento electoral, entraña una condescendencia, por no utilizar otro término.

En tal virtud, a elCaribe le resulta muy cuesta arriba publicar los resultados de encuestas patrocinadas por candidatos o partidos, o allegados.

¿Deben estar expuestos los lectores a contenidos sesgados? Permitirlo sería una irresponsabilidad.

Sólo cuando los medios auspician investigaciones de este tipo, con recursos propios y con la participación de una firma confiable, debían divulgar resultados sobre realidades en los más variados campos de la vida de un país.

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