Desde el año 1934, cuando Carlos Gardel popularizó en versión tango aquellos emotivos versos titulados Volver, donde con acentuada nostalgia de tarde apenada decía “que 20 años no es nada”, el mundo ha utilizado y popularizado como axioma de vida nacido de una canción, esa ya común expresión cuya sencilla traducción es que en cualquier situación “20 años no es nada”, siendo quizás la razón por la cual escuchamos decir a través de algunos medios de comunicación, aunque con la mejor intención, que luego de estos 20 días de incendios y humaredas del vertedero de Duquesa, produciendo alergias y afección a la respiración de los ciudadanos del Gran Santo Domingo, “la próxima tarea es acondicionar el vertedero para que dure 20 años más en operación”, como si los tormentos ambientales que Duquesa ha generado en los pasados 20 años, más los tormentos de estos 20 días, no fueran suficiente castigo a la población.

Durante estos 20 días el gris y maloliente humo del vertedero de Duquesa ha estado cubriendo desde cada madrugada gran parte del Gran Santo Domingo, contribuyendo a producir nauseas, alergias visuales, alergias respiratorias, y severas dificultades respiratorias para muchos ciudadanos, pero principalmente para quienes tienen viejas afecciones respiratorias como asma, enfisema, o bronquitis crónica, y para los casos agravados de coronavirus que se manifiestan con insuficiencia respiratoria aguda, y no es justo que, después de estos 20 días de sufrimiento ciudadano, le digamos a esos mismos ciudadanos que Duquesa puede seguir incendiándose en ese mismo lugar, por 20 años más, pues la eterna posposición de una verdadera solución es la causa de que al día de hoy tengamos esta grave situación.

Durante los pasados 20 años ningún alcalde asumió la tarea de resolver el problema ambiental, social y sanitario del botadero de basuras de Duquesa, porque cada alcalde dejaba el problema al siguiente alcalde, sobre la excusa base de que la alcaldía no disponía de recursos económicos para afrontar el viejo y molestoso problema de las basuras de cada día, y nunca se disponía a buscar un nuevo espacio, extenso, virgen, arcilloso, impermeable, y distante de núcleos urbanos, para instalar una primera estación para reciclaje de metales, vidrios, plásticos, papeles y cartones, una segunda estación para aglutinar y procesar la materia orgánica y convertirla en abono orgánico y en gas metano para uso energético, y una tercera estación de fosos rectangulares para enterrar los desechos no aprovechables en las estaciones 1 y 2, con lo cual se aprovecharía hasta un 85% de las 3,500 toneladas de basuras que cada día produce el Gran Santo Domingo.

Durante estos 20 días de incendios y humaredas no han sido suficientes los 1,200 bomberos procedentes de 60 estaciones, apoyados por 300 equipos mecánicos rápidamente suministrados por el ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, y apoyados por camiones cisterna suministrados por la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo y por el Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados, y como el fuego y el humo siguen y siguen, ha sido necesario que el ministerio de Relaciones Exteriores haya solicitado la colaboración de las autoridades de la vecina isla de Puerto Rico para que nos envíen una brigada de bomberos especializados en sofocar fuegos en vertederos de basuras alimentados por gas metano, y con todo este drama ambiental, nacional e internacional, no debíamos pensar que Duquesa puede durar 20 años más, como si 20 años de molestosas humaredas no fueran nada.

Tampoco han valido modernos drones provistos de cámaras infrarrojas para detectar desde el aire las llamas ocultas dentro de los niveles inferiores de las basuras presentes en el vertedero de Duquesa, puntos que por su ubicación son de muy difícil penetración para los bomberos, para los camiones de agua y para los equipos mecánicos del ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, lo que dificulta sofocar las llamas ocultas en esos puntos calientes ocultos, y como dentro del cúmulo de basuras todavía hay mucho gas metano, resultante de la descomposición de las materias orgánicas allí depositadas, entonces se torna difícil sofocar un fuego que se ha repetido muchas veces en los pasados 20 años, y con toda esta evidente dificultad, y estos 20 días de calamidad, todavía se aspira a que en el actual vertedero de Duquesa tengamos 20 años más de incendios y tormentos para la sociedad.

Ha llegado el momento de que todos los alcaldes del Gran Santo Domingo, todos, sin excepción, se pongan de acuerdo para lograr la definición del obligatorio nuevo emplazamiento para depositar, clasificar y reciclar las basuras generadas por el Gran Santo Domingo, pues las responsabilidades de los alcaldes no terminan con recoger las basuras y pagar para depositarlas en algún inadecuado lugar, sino que los alcaldes deben velar por la correcta recolección, manejo, disposición y clasificación de sus basuras, porque cada alcaldía es una extensión del ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, y en tal virtud debe velar por el estricto respeto a la Ley Ambiental 64-00, cosa que nunca se ha hecho en el vertedero de Duquesa.

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