Desde el último tercio del siglo pasado el valor del voto, que es la voluntad del ciudadano expresada para una decisión importante, comenzó a tener un precio en metálico y en canonjías, convirtiendo el ejercicio de la política en una especie de mercado donde triunfa quien más tiene o puede.
De igual manera, se hizo costumbre volcar recursos del Estado, sin previsión ética, para imponer la voluntad de los gobernantes, tanto en decisiones oficiales, como en el deseo de los electores que “comenzaron a acudir a las urnas como vacas al matadero”, con honrosas excepciones de personas que jamás venden su conciencia.

El en proceso electoral convocado para el cinco de julio del año en curso, con la probabilidad de una segunda convocatoria, ya está presente este ejercicio, porque los partidos y sus postulados han iniciado una carrera acelerada hacia la conquista del voto con elevada inversión que, generalmente, también sale de las arcas del Estado.

La mayoría de los dominicanos no ha tomado conciencia de que su poder de pueblo solo puede expresarlo en las urnas y que una vez ejercido el sufragio, lo que sienta, piense o sufra, poco importa a los elegidos, porque su voluntad ha sido conculcada.

La pandemia que actualmente afecta al país y al mundo debe servir de ejemplo para llevarnos a reflexionar sobre el valor de nuestras decisiones y no vender el voto por unas pocas monedas, unas funditas, una botella en la Administración Pública o cualquier canonjía, porque así seguiremos afectando a la nación y a nuestro propio entorno.

Esta vez, debemos dar un ejemplo al mundo y ejercer el sufragio de manera consciente, por quien o quienes estimemos pueden hacer más por el país, sin engaños ni malicias y garantice la soberanía nacional con orgullo dominicano, porque en definitiva, ese es nuestro valor.

Ojalá y la conciencia nos mueva de manera sincera en este proceso y no vendamos por centavos nuestra voluntad en las urnas. ¡Hay que despertar!.

Posted in Punto y Coma

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas