Hoy los dominicanos empiezan a caminar por una senda nueva, después de dos meses de confinamiento y de suspensión de la producción en una amplia gama de actividades. Arrancamos en una prueba que el gobierno ha denominado Fase 1, o la parte inicial de un plan de otros tres ciclos en los cuales se buscaría volver a la vida en compañía de la COVID-19.
El presidente Danilo Medina lo explicó detalladamente el domingo, y señaló que estaremos “transitando… por una delgada línea; esa en la que no podemos poner en peligro la salud de todos, ni condenar a nuestros pequeños empresarios y trabajadores a la pobreza”.

Es decir, que el mandatario es consciente del valor de la decisión, previa consulta con los sectores productivos y autoridades religiosas, y lógicamente, siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Un paso hacia adelante, pero no significa que el coronavirus está controlado, y en consecuencia, todos los dominicanos debemos actuar con mucho cuidado para evitar que esta fase de la anhelada apertura no termine en un rebrote a mayor. Siguen contagiándose cada día cientos de personas y otros están muriendo, pero las autoridades han entendido que las condiciones están dadas para retomar algunas actividades para que la economía no colapse.

El país viene de un período duro que no termina. El encerramiento en el hogar, la quiebra del año escolar cuando estaba sobre la mitad, la suspensión de los desplazamientos ciudadanos masivamente de una ciudad a otra, y en general, la paralización de diversas ramas de la economía, fue, como dijo el presidente Medina, un enorme sacrificio en aras de salvar nuestras vidas.

El gobierno cree que “estamos frenando la pandemia”, y que se ha reducido la velocidad de duplicación de los contagios, que ha bajado la tasa promedio de letalidad, a 3.48%, casi 50% por debajo de la letalidad mundial y americana.

Confiemos que es así, y pensemos que vamos por buen camino, y que tendremos suerte.

Mientras tanto, es necesario retomar el trabajo en las áreas autorizadas, y adaptarnos a convivir con un enemigo del que no nos podemos descuidar. No debemos bajar la guardia.

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