Raquel Peña, candidata vicepresidencial del PRM, hizo recordar la política vibrante de otros tiempos, que ha quedado como un recuerdo del compromiso para promover una determinada concepción de la gobernanza: en un eventual gobierno de su partido no “habrá borrón y cuenta nueva”. El borrón y cuenta nueva ha sido a veces palabra hueca y en la práctica prevalece la impunidad pactada. Que haya resurgido al menos el discurso parece ser una apuesta en el sentido de que habrá justicia para quienes delinquen con los recursos públicos. Un compromiso en esa dirección cae bien en una campaña política donde ni siquiera se habla. El tapaboca de la COVID-19 se lo lleva todo.

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