Jonathan Báez es un pintor que se deja guiar por la intuición a la hora de volcar sobre el lienzo su pasión. Nace en el 1976 en República Dominicana, para 1989 se muda con su familia a Miami, Estados Unidos. Hoy día reside en Florida. Desde muy pequeño, vivió rodeado de las influencias artísticas de su familia, ya que su abuela era artista de cerámica y su tío fue pintor. Su interés por el arte comenzó con el tema musical, el cual lo impulsó a participar en grupos locales de Punk Rock. Luego, su inquietud y necesidad de expresión evolucionaron a las artes plásticas. Sus primeras obras las realizó a base de papel con tinta y café. Su primera exposición fue en “Buck 15” en Miami Beach hace doce años. Hasta ahora, la de mayor relevancia fue en el sur de Francia con la galería Beddington Fine Art.

¿Cómo fue su primer contacto con el arte?
Fue durante mi niñez. Siempre observaba a mi abuela trabajar con cerámica todos los días. Su hermano también era pintor. Yo empecé primero a apasionarme con la música, tocando punk rock y luego salté a las artes plásticas.

¿Cuáles fueron sus primeras obras?
Mis primeras obras eran piezas en papel con tinta y café. Luego al darme cuenta que era lo único que sabía hacer, pude ver mis muchas limitaciones. Estas piezas escondían mi inseguridad, pero me brotaban ganas de expresarme de distintas maneras a cualquier costo.

¿En qué consiste su conceptoartístico?
Mi concepto artístico es muy simple. Uso mi intuición.Trato de no intervenir como persona y dejar que algo ajeno a mí tome el volante. Pero siempre comienzo en caos mental, y luego termino dejándome llevar por mi intuición.

¿Cuál ha sido su mayor fuente de inspiración para expresar su talento?
Soy estudiante de las enseñanzas del maestro esotérico Geroge Ivanovich Gurdjieff. Temas existenciales siempre me han capturado mi imaginación. Sobre todo, el conocerme a mí mismo a través del arte. Primero las cristalizo, después las estudio, lo cual es en esencia estudiarme internamente, y por último dejo que ellas sean lo que van a ser. Al final, ellas estarán aquí por mucho más tiempo que yo. Trato de no intervenir yo como persona en mi trabajo. Permito que algo ajeno a mí aparezca y me muestre el camino a la hora de la creación. Esto solo puede suceder cuando abandono la ilusión de que tengo todo bajo mi control y en vez trato de ser más receptivo.

¿Cómo ha sido su formación académica?
Estudié de la mano de la artista y maestra Madeline Denaro. La cual es también mi maestra de la enseñanza del esoterismo. Al principio iba a su estudio a aprender cómo estrechar lienzos y a platicar sobre filosofía. En cuanto pasaron los meses y años ella notó interés de mi parte y las pláticas fueron tornándose más en clases y consejos, que hasta hoy viven en mí y a través de cada una de mis obras. A ella le debo demasiado.

Cuéntenos sobre sus exposiciones.
La exposición es la etapa que marca el fin de la trayectoria de cada proyecto. Hasta cierto punto, son un poco tristes porque sé que mis hijos, las obras, ya son independientes y serán lo que van a ser, ya separados de mí. Mi primera exposición fue en “Buck 15” en Miami Beach hace ya unos 12 años atrás. La de mayor relevancia fue en el Sur de Francia con la galería Beddington Fine Art.

¿Cuál ha sido el momento de mayor satisfacción en su trayectoria?
El momento de mayor satisfacción en mi trayectoria artística es el terminar cada obra. O sea, no es un evento como tal si no una reacción perpetua que me alimenta cada día.

¿Cuál ha sido el momento de mayor desafío?
El momento de mayor desafío fue cuando recibí la llamada de Francia en la cual me pedían doce piezas de formatos grandes, las cuales tuve que hacer en menos de un mes. Ese mes no dormí. Solo trabajaba. Esto me llenó de confianza en mí mismo y de mi capacidad de producir. Ahí entendí que no tenía un inventario mental de creaciones, ya que los inventarios se agotan. Las creaciones salen de la nada.

¿Cómo describiría la obra de arte perfecta?
Considero que la obra perfecta es como un buen cuento de pueblo, el cual la mayoría de la gente entiende y aprecia por sus sencillez.

¿En cuáles proyectos trabaja actualmente?
En estos momentos estoy trabajando en una serie experimental con perspectivas abstractas. Esto invita a la imaginación y a la creatividad del observador, a que tomen parte involuntariamente en algo un poco más sublime al admirar y examinar una obra. Un reto interesante porque no son perspectivas familiares al ojo humano y esto abre un mundo nuevo de posibilidades; sin tener que abandonar el presente, me inventé un mundo diferente. También estoy trabajando en una serie creada durante una estadía de 41 días en el hospital bajo los efectos de una cantidad absurda de morfina. Se llama “The morphine series” todas las piezas están directamente relacionas a mi experiencia y la incertidumbre de enfrentar un posible diagnóstico de cáncer, no sabía si viviría una vida extensa o mis días estaban contados.
Esto me ayudó mucho. Sabía que no me iba a rendir, pero no tenía una estrategia clara para combatir el miedo. Mi amigo y ex baterista de hace más de 20 años David Brown, me llevó materia prima al hospital y empecé a pintar. La vida tomó un nuevo sentido en ese momento. Cuando no hay una solución clara, yo pinto, y se abren puertas. Ambas series serán diferentes exposiciones con la Galería de Arte Beddington en Bargemon, en el Sur de Francia.

¿Qué puede aconsejar a un pintor que recién comienza?
Mi consejo a un pintor que se esté embarcando en esta linda carrera sería: trabaja duro, sin miedo y sin vergüenza. Ningún esfuerzo pasará desapercibido. El tiempo te lo demostrará.

¿Qué representa el arte para usted?
El arte representa la vida misma, pues en muchas ocasiones me ha salvado el pescuezo. “The morphine series”, por ejemplo, me ayudó a navegar la incertidumbre. Al final no fue cáncer, pero si hubiera pasado esos 41 días sin el arte, no sé dónde estuviera hoy.

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