Tal vez el legado mas sólido que el Gral. Dwight Eisenhower dejó sobre su conocida eficiencia, lo constituye aquella matriz que sintetiza la estrategia que este utilizaba para abordar los pendientes en función de su urgencia o de su importancia. De allí muchos hemos aprendido también que muy excepcionalmente ambos conceptos confluyen simultáneamente.

República Dominicana, al igual que todos los paises que tienen que realizar procesos electorales a corto plazo, se encuentra hoy frente a una de esas raras excepciones como consecuencia de la crisis sanitaria que padece la humanidad. Sortear el futuro democrático del país al tiempo de otorgar garantías asépticas a nuestra población para acudir al torneo cívico no parece sencillo, pero casi todos coincidimos en que es importante, muy importante.

En adición a lo previamente expuesto, todavía se encuentra latente en una parte mayoritaria de los dominicanos, el trauma que generó la suspensión de las elecciones municipales en el mes de la patria, fruto de un montaje precario del proceso, según se puede constatar en el informe de la Organización de Estados Americanos de reciente publicación.

Lo cierto es que hoy día estamos compelidos como nación, so pena de maltratar la confianza popular, a realizar elecciones presidenciales y congresionales con garantías de salubridad y en las fechas que ya ha establecido el regulador electoral, para evitar asi vulneraciones graves al derecho de elegir que tenemos todos los dominicanos así como para que no se produzcan las siempre peligrosas abolladuras constitucionales.

El gobierno tiene la tarea urgente e importante de proteger a la población de la pandemia, al tiempo que esta en la obligacion capital de garantizar, con igual intensidad, la legitimidad gubernamental y la preservación del estado democrático.
Definitivamente ambas tareas son compatibles y es precisamente allí donde radica el principal reto. El momento actual no permite espacios para ensayos horteros disfrazados con creatividad jurídica.

Sacrificar sin necesidad la expresión democrática no es solo pernicioso y peligroso, sino que marcará un valladar pronunciado para el proceso de recomposición al que tiene que someterse el país, para salir razonablemente rápido de la crisis en que estamos inmersos.

Y es que, la nación necesita en estos momentos sobre todas las cosas, unidad y esfuerzo mancomunado para sacudirnos del lastre que nos deja este virus esparcido por todo el mundo y ello solo lo conseguiremos cuidando entre todos la democracia.

Hoy, más que ayer se hace menester converger como siempre supo hacer Eisenhower el Presidente, pero sobre todo el planificador, lo urgente y lo importante. Porque nada, absolutamente nada está por encima de la libre expresión y el respeto de la voluntad de la mayoría, sin dudas principio y fin de todo modelo democrático.

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