Los dominicanos celebramos el día de las madres. Y por primera vez en la historia se recomienda a los hijos, nietos, y bisnietos que no vayan a ver a sus madres para no ponerlas en riesgo ante la pandemia de la COVID-19. Sin embargo se aconseja saludarla por videos conferencias.
Pero él que la ha perdido, la recuerda. Y entiende que a cualquier edad se es niño cuando una madre se muere. Los hijos tampoco dejan de ser niños aunque peinen canas, cuando se trata de la madre.

El monseñor Ramón Ángel Jara, Obispo de La Serena, Chile, ha escrito el más bello poema de amor dedicado a las madres y que comienza así: “Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados”.

El ser humano que ha recibido mayores elogios y a quien se le debe la máxima veneración es a la madre. La grandeza de una madre nace del hecho de haber dado lo más grande que puede recibir un ser humano y es la propia vida.

Si el gozo de dar es proporcional al valor del don que ofrece, nadie en la vida puede sentirse más feliz que una madre cuando da a luz. Con sobrada razón la mujer ha sido para pintores y poetas la personificación más atractiva de la belleza.

En el mes de mayo rendimos honor a las madres. Y por eso he querido recordar a la mía. Que mejor forma de hacerlo que a través de estas líneas y a la vez rendirle tributo a todas las madres del mundo, ya que en cada mujer veo la imagen de mi mamá!

Recordarla porque una vez cuando era un niño, en mi pueblo natal de Barahona, nos compró una bicicleta azul, para mí y mi hermano gemelo Rafael, nos hizo los niños más felices del Barrio.
Porque como profesora incansable, dedicó toda su vida en ayudar a miles de niños con el pan de la enseñanza. Porque nunca exigió mucho de nosotros, ni permitió que nos conformáramos con poco.

Recordarla, porque me abraza y me da la bendición cada vez que me ve desde el cielo. Porque siempre ha estado junto a mi familia de forma espiritual, cuando más la necesitamos y para decirles que tiene nuevos nietos y bisnietos.

Porque como mujer, madre, esposa y profesora nos ha dejado la mejor herencia que se le puede dar a un hijo: Una buena educación.

Porque te recuerdo cuando llegabas de darles clases a unos niños, porque aún estando enferma querías seguir enseñando y te preocupabas por tus alumnos, para que no se quedaran sin el pan de la enseñanza. Y me dijiste ve a darle clases.

Porque siempre te recordaré, porque es todos los días, el día de las madres, no sólo un mes o un día. Y por muchas cosas más es que siempre quiero recordarte madre. La bendición, tu hijo más pequeño.

Posdata. Publicado en Mayo 27 del 2001 Diario la Prensa de Nueva York y editado.

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