Las personas suelen decir que todo tiene un tiempo limitado, que todo lo nacido o creado inicia su recorrido con su fecha de caducidad escrita. Afirman que todo tiene final.
Pasamos la vida atesorando lo que creemos nos pertenece. Nos volvemos celosos protectores de aquello que amamos y no queremos perder.

Nos peleamos con la vida cuando perdemos algo o alguien a quien amamos.

Perdemos la fe y la esperanza cuando las cosas no marchan bien.
Nos volvemos temerosos, cuando intentamos algo, nos esforzamos y al final no nos sale bien.

Sentimos que las fuerzas nos abandonan cuando cada intento se traduce en un doloroso fracaso.

Nos rendimos porque nos invade la idea derrotista de que nunca
podremos lograr alcanzar eso que tanto queremos.

Sin embargo, en la práctica las cosas son muy diferentes.

Hay mucho de imperecedero en nuestro entorno, en nuestras vidas, en nuestros corazones.

El amor verdadero es el más eterno de los sentimientos y todos lo sentimos.

Amamos más allá de su vida y más allá de la nuestra, a nuestros padres, a nuestros hijos, a la persona que nos complementa. Esa con la que compartimos más allá del contacto físico. Esa que nos acompaña siempre aunque esté físicamente a miles de kilómetros de distancia.

De esa misma manera, lo aprendido a lo largo de nuestra vida nos acompañará siempre. Nuestras experiencias estarán a nuestro servicio para ayudarnos a hacer mejor las cosas.

Nuestros tropiezos y fracasos serán siempre un referente para saber cuál es el camino que debemos evitar.

Las traiciones y los falsos afectos que en el pasado nos hicieron llorar, serán hasta nuestra partida la voz que nos alertará y nos hará recordar en quienes sí y en quienes no debemos confiar.
Asimismo, es el amor tan fuerte, que llega a la inmortalidad, pues mientras vivas eres el hijo o la hija de don Juan, aunque tu padre lleve años de haber fallecido.

Lo mismo pasa con nuestras madres, nuestra pareja, nuestros hijos, nuestros amigos, siempre serán parte de nuestras vidas y los amaremos más allá de nuestro tiempo en esta vida y más allá de su tiempo entre nosotros.

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