Así como la vemos: chiquita y con carita de niña siempre sonreída, como si no rompiera un plato; ciudadana común entre la gente, sea en la calle, el parque, la librería o el supermercado; con su trato de buena amiga, respetuosa y sencilla; sin discursos de gran retórica ni citas librescas… Así como la vemos, durante los últimos cuatro años, esa mijijita ha sido la voz más alta en la Cámara de Diputados, la más valiente, la que más entuertos ha denunciado, la más firme demandante de soluciones claras. ¡Cuánto necesitamos una voz así en el Senado!… (Obviamente me parcializo con Faride Raful).

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