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En la confusión, el embajador Bonnelly olvidó su maletín que hubo necesidad de regresar a buscar a la residencia. A su llegada al país, Bonnelly fue increpado por Trujillo quien le preguntó por qué había dado refugio a un político asilado, a lo que respondió diciendo que se había limitado “a dar asistencia a un hombre que temía por su vida, lo cual de nuevo haría”. Trujillo le dijo: “Así actúan los hombres” y lo felicitó. El canciller Porfirio Herrera Báez se le acercó: “Embajador dé por no recibida mi queja”. Era un cable advirtiéndole que el refugio a Perón violaba las normas de la política exterior dominicana.

Perón permaneció como asilado en territorio dominicano hasta mediados de enero de 1960, cuando viajó a Madrid con el beneplácito del generalísimo Francisco Franco, luego de develarse la conspiración contra el régimen trujillista del movimiento Catorce de Junio. El original de la carta que le enviara al embajador dominicano forma parte de los archivos de la familia Bonnelly. Perón regresó a la presidencia argentina, por tercera vez, el 23 de septiembre de 1973, tras 18 años de exilio. Murió, sin completar su último período, el 1 de julio de 1974.

Pérez Jiménez estuvo poco tiempo en el país. Viajó a Estados Unidos y extraditado desde allí a Venezuela donde fue encarcelado en una cárcel modelo. Pasó cinco años en prisión y fue liberado tras recibir una condena de cuatro años, un período menor al de su tiempo de reclusión. Estando en Madrid fue postulado en 1968 como senador por Cruzada Cívica Nacionalista, de derecha, pero su elección fue anulada por la Corte Suprema de Justicia. Cuatro años después, debido a su popularidad se le postuló en ausencia a la Presidencia, pero se le inhabilitó políticamente por la aplicación retroactiva de una norma que impedía la elección a funciones pública a personas con sentencias firme de más de tres años. Murió el 30 de septiembre de 2001.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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