La historia del Caribe en los últimos dos siglos ha estado marcada por epidemias que afectaron la vida política, económica y social de las sociedades caribeñas. Las epidemias de cólera, sarampión, disentería, fiebre amarilla, viruela, difteria, peste, influenza y el COVID-19 en la actualidad han provocado estragos en la región.

En Cuba el cólera tuvo un fuerte impacto social y económico. En 1833 se desarrolló una epidemia de cólera que sólo en La Habana causó más de 9, 000 víctimas. En 1850 volvió a entrar el cólera en Cuba y en tres años causó la muerte de aproximadamente 15, 000 personas. Entre 1867 y 1871, otra epidemia de cólera provocó la muerte de 7, 066 personas. En 1912 y 1914 hubo brotes de peste bubónica que afectó La Habana, Santiago de Cuba y Pinar del Río y otro brote en 1914. Hasta el triunfo de la Revolución Cubana hubo brotes en mayor o menor grado de influenza, fiebre amarilla, viruela, difteria y lepra. A partir de 1962 se implementó un Programa Nacional de Inmunizaciones que logró buenos resultados. Sin embargo, en 1981 hubo un brote epidémico de dengue, en 2012 otro de cólera en Manzanillo y en 2014 de chikungunya.

Puerto Rico también sufrió las consecuencias de las epidemias. Entre 1804 y 1805 sufrió una epidemia de fiebre amarilla con un alto nivel de mortandad. Pero el cólera será la epidemia más mortífera de las plagas que azotaron el siglo XIX dejando un efecto catastrófico. Entre 1855 y 1856 la epidemia de cólera impactó drásticamente la población. Las cifras oficiales señalan un total de 25,820 fallecidos dentro de una población de 492,452 para 1854. Los esclavos, negros libres, y los pobres fueron los más afectados dadas las condiciones insalubres en que generalmente vivían. El doctor Ramón Emeterio Betances se destacó durante esta epidemia, atendiendo a los enfermos, en especial a los más pobres. En 1860 hubo epidemia de fiebre amarilla y en 1863 de viruela. En 1912 ocurrió un brote de peste bubónica. En 1918 la pandemia de influenza que azotó el mundo provocó la muerte de más de 10, 000 personas en Puerto Rico. Otras enfermedades que han afectado la población han sido la fiebre amarilla, varicela, difteria, lepra y dengue.

Haití también sufrió en los últimos dos siglos diversas epidemias con consecuencias catastróficas para su población. El siglo XIX inicia con una epidemia de fiebre amarilla que afectó al ejército que envió Napoleón Bonaparte bajo el mando de Victoire Emmanuel Leclerc. La fiebre amarilla fue un aliado natural de los revolucionarios haitianos en la lucha contra el ejército francés entre 1802 y 1803. En distintos momentos del siglo XIX hubo brotes epidémicos de cólera como ocurrió también en Santa Lucía (1834), Martinica (1835), Jamaica (1850), Bahamas (1852), Nevis (1853), Barbados y en Trinidad en el 1854. Entre 1918 y 1919 se vio afectado por la pandemia de influenza. En 1963 sufrió una epidemia de malaria y otra de sarampión en 1966, 1968, 1974, 1975 y 1987. En el 2000 comenzó una epidemia de sarampión y en 2004 una de difteria. En 2010 una epidemia de cólera afectó a cerca de 100 mil personas con una tasa de letalidad cercana al 2%.

La República Dominicana no estuvo exenta de los efectos de las epidemias. Hubo brotes de viruela en 1809, 1818 y 1843. El cólera afectó Santo Domingo entre 1863 y 1879 provocando estragos en el país al igual que en otras zonas del Caribe. La disentería fue otra enfermedad que estuvo presente y fue una aliada de las tropas dominicanas en diversas ocasiones. Por ejemplo, en los relatos del cuerpo de sanidad militar española durante el período de la anexión, se reportaron bajas por la disentería. En 1881 regresó la viruela provocando la muerte de 250 personas sólo en la ciudad de Santo Domingo. En 1891 inició un brote de difteria que se convirtió en epidemia, afectando en 1892 la ciudad de Santiago y para finales de ese año a la ciudad de Santo Domingo. A finales del siglo XIX y en los inicios del siglo XX, se reportaron periódicamente casos de disentería que en ocasiones se tornaban en epidemias. Entre 1918 y 1919 la República Dominicana se vio afectada por la pandemia de influenza que provocó la muerte a más de 50 millones de personas a nivel mundial. Las cifras oficiales indican que hasta 1919 en el país se registraron 96,828 personas contagiadas y 1,654 fallecidas. En 1920 la viruela afectó a Barahona. En 1930 se presentó un brote de disentería, al igual que en 1933 en Higüey y 1935 en San Francisco de Macorís. En los últimos 30 años la República Dominicana ha tenido que enfrentar diversos tipos de enfermedades consideradas como epidémicas. Incluye el brote de cólera que inició en 2010 y que hasta diciembre de 2011 se habían registrado, cerca de 21 mil casos con 371 defunciones.

En la actualidad la pandemia del COVID-19 está afectando el Caribe no solo a nivel demográfico, sino también a nivel político, económico y social. Hasta el 25 de junio de 2020 en Cuba había 2,319 casos confirmados y 85 fallecidos. En Haití 5,429 confirmados y 92 fallecidos. En Puerto Rico 1,579 casos confirmados, 5,298 casos probables y 151 fallecidos. En República Dominicana 29,141 casos, 16, 223 recuperados y 698 fallecidos.

Esta situación de la pandemia del COVID-19 y luego de hacer un recorrido histórico por las principales epidemias que afectaron el Caribe nos lleva a preguntarnos ¿el impacto social de las grandes epidemias en el pasado puede aportar algunas lecciones a nuestro presente?

A pesar de que los contextos históricos y de desarrollo científico son muy diferentes, la experiencia histórica de todas estas epidemias aporta diversas lecciones en torno a los recursos utilizados para combatir la enfermedad y las estrategias de prevención y supervivencia. Además, estas epidemias del pasado nos enseñan que debemos tener cuidado con el uso político de la pandemia, con estigmatizar al otro, con la marea de rumores falsos y a tener cuidado con la capitalización del miedo que generan las epidemias. La historia no es un simple recuerdo del pasado. Ofrece lecciones valiosas y nos recuerda que la observación acertada es vital para garantizar una mejor respuesta.

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