En medio de un complejo, accidentado y difícil proceso electoral, agravado por la repentina, imprevista y traicionera llegada de un virus mortal, la poesía puede ser el bálsamo que algún día reemplazará una vacuna.
Porque tal vez nada nos describa los sentimientos que hoy a nivel mundial nos ha traído y nos dejará por desgracia el Covid-19, como esa breve rima LXV del insigne poeta español Gustavo Adolfo Becquer, cuyos versos de amor en algún momento de nuestras vidas cantamos al oído de un ser amado. Añoranzas y amores del tiempo transcurrido. Nostalgias de aquellos tiempos sembrados como un tesoro en nuestras memorias para siempre. Una rima llena de ternura y compasión.

Sirvan pues esas líneas prestadas del poeta para expresar mis condolencias a los dominicanos víctimas de la pandemia y a todos aquellos que la han sufrido y batallan todavía valerosamente contra ella:

“Llegó la noche, y no encontré un asilo. ¡Y tuve sed! Mis lágrimas bebí. ¡Y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos cerré para morir!

¿Estaba en un desierto? Aunque a mi oído de las turbas llegaba el ronco hervir, yo era huérfano y pobre, ¡El mundo estaba desierto…para mí!”

Dios proteja a nuestra nación y apoyémonos en Él para sortear con éxito el Covid-19 y el desafío que significa vencer el reto de las elecciones del 5 de julio.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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