Luego de las famosas publicaciones a finales del año 2006, de los cables sin editar de WikiLeaks (filtración de información) muchos se apuraron en comentar que la diplomacia había muerto y no se pensó en que la labor de informar va más allá de tener las orejas atentas.
Esa filtración de documentos descubrió muchas de las formas de hacer diplomacia, pero ciertamente las más relacionadas con el manejo de la información de los cables por WikiLeaks, la mayoría estaban referidas a una de las principales funciones del diplomático: informar.

Y esa función es esencialmente la de comunicar, transmitir mensajes, desde el Ministro de Relaciones Exteriores hasta aquellos que desempeñan labores relacionadas con el quehacer diplomático sea en la cancillería, embajadas o consulados.

Todos los funcionarios en una misión deben preocuparse de que su interlocutor, entienda lo que se le quiere decir, es por eso la importancia mensual de los informes políticos, económicos que envían las embajadas a la cancillería para mantener informado al gobierno.

El artículo 3 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas establece las funciones de una Misión diplomática, y en relación a la función de informar en su literal D, reza de la manera siguiente cito: “Enterarse por todos los medios lícitos de las condiciones y de la evolución de los acontecimientos en el estado receptor e informar sobre ello al gobierno del Estado acreditante”.

Para que la observación cumpla con las condiciones mencionadas en la Convención de Viena. Es necesario que el diplomático esté al tanto de lo que acontece en el país receptor como por ejemplo las campañas electorales, polémicas de prensas, y todas aquellas influencias, políticas, económicas y culturales que ejerzan fuerza sobre el Estado acreditado.

Después de observar el diplomático debe informar a su gobierno. Y la información a transmitir debe ser oportuna y precisa. Es decir a tiempo y entendida.

Esta obligación de informar obliga al diplomático a llevar una vida social que a veces es criticada, pero se ignora que la asistencia a recepciones y banquetes es parte del trabajo.

No se hace siempre por gusto, sino por necesidad, para recibir opiniones diversas, tomarse la suya propia y transmitirla a su gobierno.

En la búsqueda de esas informaciones, el agente diplomático debe recurrir a menudo a entrevistas con funcionarios oficiales del Estado receptor, que la mayor parte de las veces son diplomáticos igual que él. Esas informaciones se recogen después de ser debidamente analizadas en la Misión e informarla al país.

Esas entrevistas tienen por objeto informarse en forma adecuada, lo que exige en primer término contar con fuentes ciertas, propias de las autoridades del Estado receptor; luego, la prensa escrita.

Para concluir por hoy la función de observación e información en la diplomacia es un área esencial de una Misión. A través de ella se orienta a su gobierno y simultáneamente regir su propia conducta en el país de destino, pues una embajada requiere conocer exactamente la situación y la forma como van evolucionando los acontecimientos en el país receptor.

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