Las redes sociales se constituyeron en un espacio de discusión abierta, que facilitaron la democracia participativa y amplificaron la voz del ciudadano, dándole herramientas para incidir en las conversaciones políticas, apoyando las posiciones que entendían consonantes con sus pensamientos y rebatiendo aquellas que, según sus criterios, no les favorecían o consideraban incorrectas.

En este torneo electoral, como en ningún otro, las redes sociales jugaron un papel medular en las proyecciones de los candidatos a los diferentes puestos electivos. Las organizaciones políticas volcaron sus esfuerzos proselitistas y propagandísticos a las redes sociales, por dos razones fundamentales, la primera, los jóvenes, quienes representan la mayoría en el padrón electoral, son los principales consumidores de los medios digitales y segundo, el COVID-19 limitó, en cierta medida, el proselitismo tradicional y empujó a los partidos y a los candidatos a inclinarse a estos medios sociales para llevar su mensaje.

Para estas elecciones, estuvieron habilitados para votar 7 millones 529 mil 932 dominicanos, de los cuales 2 millones 838 mil 184 son jóvenes de 18 a 35 años (37.7%), sumados a estos, un millón 145 mil 99 de los votantes son jóvenes adultos de 36 a 45 años que representan el 15.91%, totalizando ambos grupos, tenemos 3 millones 983 mil 283 electores, que representan el 53.61% de los votantes.

Estos jóvenes y adultos son activos usuarios de las tecnologías y las redes sociales. En este grupo se encuentra la masa votante, que decidió quiénes serán los líderes políticos que conducirán la nación. No fue coincidencia, de hecho, fue una buena estrategia, que los distintos partidos políticos se acercaran a influencers, con intenciones de crear conexión con ese electorado y poder así, aterrizar el mensaje proselitista al terreno de la generación actual.

Si bien, en principio, la decisión de integrar influencers al proselitismo generó muchos cuestionamientos, en las filas partidarias y en la sociedad en términos generales, para ganar la simpatía de esta porción importante del electorado, era necesario integrar a estas figuras populares con presencia en los medios sociales.

El impacto de esta estrategia fue tal que muy probablemente muchos jóvenes se interesaron en la política y decidieron votar, porque a través de las redes sociales, de una u otra forma, se conectaron con mensajes que motivaron su participación; publicando en las redes, con likes, comentarios, con retweets y reenviando contenido por WhatsApp, así participaron activamente de manera digital en este proceso electoral.

Los influencers y los jóvenes hicieron su trabajo en las redes sociales, y jugaron su papel.

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