Hay un lugar a donde no te llevan las grandes historias, ni tampoco llegas ahí por fabulosos best-sellers o grandes presupuestos, únicamente llega quien después de perderse, acepta que no quiere seguir perdido; quien luego de gastarlo todo, compró nada, quien queda abatido y sin posibilidades, tras intentar con todo. Allí no se llega por tener sueño que luce real sino porque sabe que su palabra es cabal y su promesa inquebrantable. Ese lugar se llama fe, es posada donde los ecos reposan, la estancia donde las grandes ideas se recargan y donde el amor se surte de opciones. Una visita ocasional te desafiará pero una frecuente, ensanchará tus horizontes y te hará confesar “ ¡Si Dios lo dice yo lo creo y si yo lo creo, él lo hace!”

Posted in Rosas para el alma

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