Además de la preocupación general por la COVID-19, hay una que perturba a millones de padres dominicanos, y de todo el mundo, la continuación de la formación de sus hijos en el sistema convencional de las aulas.
Es un tema en discusión en todas partes, sea América, Europa, Asia, África y Oceanía. Todavía no hay esquemas definidos acerca del inicio o la continuación de la enseñanza de los niños, jóvenes y en las academias superiores. Cada nivel de formación tiene sus complejidades y especificidades, en atención al grado de desarrollo relativo o a la cultura. No hay una sola respuesta, aunque el problema es común.

No hay una conclusión sobre métodos o en definitiva, si procede. Si presencial, con sus implicaciones, con alternancia, o a distancia. Más recientemente se habla de los medios electrónicos de comunicación. Sin embargo, como es sabido, todavía hay grandes brechas de redes en muchísimos países y asumir la virtualidad podría implicar profundizarlas. La enseñanza por correspondencia cobró notoriedad, pero la modernidad de la Internet la sitúa en un pasado remoto. Pero en esta coyuntura podría ser valorada.

Lo que está claro es que en estas condiciones, y concretamente hablando de República Dominicana, no están dadas las condiciones para mandar a los hijos a las escuelas. Y esa es una profunda mortificación de los padres. El riesgo es demasiado grande y nadie tiene un método para evitar los contagios.

Por eso, han surgido voces que plantean de entrada, sin irse demasiado lejos analizando opciones: la postergación del inicio del año escolar. Unos hablan de septiembre, pero cualquiera puede considerar, sin ser un experto, que pudiera ser muy rápido dada la tendencia de propagación del virus en este momento.
Otra opinión, como la de José Joaquín Puello, es que el retorno a clases se produzca en enero. Si así se hace, el tema saldría de la agenda en lo inmediato.

Ahora, las autoridades de Educación deben ser creativas. ¿Qué hacer con los niños en casa durante todo este tiempo? ¿Podrían surgir medios de orientación o instrucción para sacar provecho a la triste situación? Eso requiere respuestas.

Y no hablamos de la vida de los niños en el hogar ni del impacto en las obligaciones laborales de los padres. El tema tiene muchas aristas.

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