A través de un rosario de cuentas mal hilvanadas, el PLD busca sorprender el imaginario social explicando que el triunfo del cambio fue consecuencia de su división, postulándose incluso que los morados pudieron continuar en el poder de no ser por la fractura que separó a sus dos líderes.
Hay múltiples datos de la realidad que tumban ese cuento morado. En las elecciones del 5 de julio Luis Abinader obtuvo 52.52% de los votos, superando en más de 6 por ciento la suma del 37% de Gonzalo y los 8.9% de Leonel. Primer desmentido.

Desde la reelección de Danilo en 2016, una mayoría determinante del pueblo dejó saber desde las encuestas de 2017, que demandaba un cambio, y a otro partido en el poder. Segundo desmentido.

El 22 de enero de 2017, a más de 3 años de la división del PLD, se produjo la gran Marcha Verde contra la corrupción y la impunidad, un sacudimiento telúrico que detonó la resistencia de la sociedad al escándalo Odebrecht, que somatizaba la metástasis de todo un cáncer.

En medio de los grandes déficits institucional, ético, colapso de servicios públicos vitales, llevada la economía a extremos de vulnerabilidad, secuestrada la opinión pública para impedir la deliberación seria, democrática y efectiva de los grandes temas nacionales.

Orillado el navío nacional a la deriva, perdida la autoestima del criollo, asumió Luis Abinader el liderazgo responsable que lo convirtió en la marca del cambio.

Lideró la lucha por los avances arrebatados al PLD con las reformas a las leyes de Partidos Políticos y del Régimen Electoral, y en la conformación de las altas cortes, mientras se empleaba a fondo en cerrarle el paso al continuismo.

Mientras el PLD dejaba a su paso decadente las secuelas del agotamiento de su modelo de gobierno, Luis formulaba propuestas de cambios fundamentales, dirigidos a rescatar la institucionalidad y darle un nuevo rumbo al país. Tercer desmentido.

Confirmada la metamorfosis del PLD como partido-estado, y su proclividad a pasar por encima de las reglas de la competencia democrática, Luis convocó desde noviembre de 2017 una alianza política y social nacional por un nuevo proyecto de nación.

Desarrolló nuevas prácticas políticas que lo reconectaron con la gente, escuchando a las comunidades y sectores sociales y promoviendo la coalición electoral por un congreso plural y cuidando pacientemente la unidad interna y los procesos institucionales del PRM.

Como puede verse, es falsa la versión morada de que fueron derrotados por su división.

Se van porque Luis Abinader, el PRM, la oposición y el pueblo cumplieron su responsabilidad histórica, como la cumplirán a partir del 16 de agosto para sacar al país adelante.

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