Señor director. En la vida acostumbramos a ir de la mano de alguien o de algo que nos ayude a solapar y comprender el sentido de este peregrinar, pues no tenemos claro los objetivos, los caminos, ni los propósitos para transitarlos muchas veces a ciegas, o llevados por una fuerza de atracción mayor a nuestro entendimiento inmediato.
A medida que avanzamos todo tiende a complicarse, a verse distorsionado, y nos sentimos a veces incapaces de seguir adelante, pequeñas dudas empiezan a crecer y a convertirse en grandes interrogantes a las que difícilmente les encontremos respuestas que nos satisfagan, y se convierten en los miedos y muros a derribar.

Las personas no videntes, sin ningún complejo o reparo se ayudan de un bastón o lazarillo, de alguien que pueda ofrecerle la seguridad que ellos no tienen. Los que podemos ver, muchas veces rehusamos las ayudas, nos creemos autosuficientes porque vemos lo que nos rodea, pero como no tenemos claro lo que hay más adelante, vamos de la mano de otros, de las leyes, del comportamiento colectivo… Esa ayuda externa que rehusamos ya sea por no molestar o por tercos, hace surgir una ayuda mayor que nos viene desde dentro, es la comprensión espiritual, que nos llega gracias a la consciencia superior y a la intervención divina, que nos sirve de lazarillo para evitarnos caídas innecesarias.

Para alcanzar el recogimiento emocional que nos llevará a esa comprensión espiritual, unos prefieren lugares apartados, otros no se alejan mucho, pues necesitan estar aturdidos mentalmente para no sentir ese silencio doloroso que les revelará cosas que aún no están listos para enfrentar, entender y asimilar. La mayoría se mantiene en un balance intermedio, ni muy solitarios, ni muy acompañados, más bien alternando sus momentos de compañía con sus necesarios momentos de soledad. El recogimiento emocional se va haciendo lentamente parte de su cotidianidad, con sus altas y bajas, nivelando la situación y tratando de mantenerse centrados en sus objetivos de vida, lo cual los llevará a la comprensión espiritual.

La situación actual nos ha puesto a vivir alejados, y el ser humano mayormente lo repudia. Es buen momento para darle paso a esa comprensión que va más allá de los sucesos de la vida material y mundana. Aprovechémoslo para abrir una brecha a un entendimiento mayor de nuestra existencia, que nos ayude a descifrar los por qué y para qué. La manera de conseguir esas respuestas, no es hurgando y esperando encontrarlas, si no fluyendo con la vida, por momentos tomándonos de la mano y por momentos soltando toda amarra y liberándonos. Llegado el día, se disiparán todas las dudas sobre nuestra existencia, y quedaremos arropados por la “comprensión espiritual”, plenos de respuestas a preguntas que nunca nos formulamos, rebosantes de gozo. No nos hará falta nada, pues nos daremos cuenta de que lo tenemos todo, siempre lo tuvimos, nuestro afán de búsqueda y respuestas distorsiona todo. Ese día, comprobaremos que nada hace falta, cada ente y ser existencial está íntegro, perfecto, puro y maravillosamente entrelazado con todo, y manifestaremos nuestra verdadera esencia existencial.
Idalia Harolina Payano Tolentino
Colaboradora

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