Desde que el Covid -19 inició su expansión global, el pronóstico sanitario para países de nuestro nivel socioeconómico era el peor. Sistemas de salud más débiles, pobreza, baja instrucción y economía informal, justificaban una perspectiva negativa y a cinco meses del primer caso de la enfermedad en el país, lo vemos dolorosamente cumplido. A aquellas debilidades sumamos la política, que entre nosotros está desprestigiada debido a la expandida corrupción. El liderazgo nacional fomenta sospecha siempre y eso influye en que buena parte de la población esté reacia a someterse a la disciplina que impone la crisis sanitaria; no aceptan reglas y siguen aglomerándose y fiestando en fin de semana, como en tiempos normales. El coronavirus, como se presagió, desnuda nuestros males generales.