El funcionario advierte los avances alcanzados por RD en 10 años para reducir el hambre podrían perderse

El nuevo representante en el país de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Rodrigo Castañeda, presentó sus cartas credenciales ante el Ministerio de Relaciones Exteriores hace casi un mes, pero República Dominicana no es nueva para él. Conoció el país cuando participó en un programa regional de su institución, sobre el tema de la alimentación escolar.

Pasaron diez años de eso, pero Castañeda no se desconectó de esta tierra caribeña, porque los chilenos (y él es uno) miran hacia esta media isla cuando piensan en un lugar perfecto para vacacionar, según comenta. “Pero ahora es distinto, ¡ahora vivo aquí!”, le dice el funcionario al periódico elCaribe, que le ha contactado para conocer su visión sobre la agricultura, el hambre y otros aspectos que le son muy conocidos.

Antes de venir “de misión” a República Dominicana se desempeñó como director adjunto del Departamento de Alianzas de FAO en Roma, donde implementó un modelo de alianzas público-privadas entre esa entidad, el sector privado y organizaciones de agricultores para la lucha contra el hambre-pobreza. De nacionalidad chilena, Castañeda es ingeniero civil industrial, con extensa experiencia en políticas públicas dirigidas a erradicar la pobreza rural. Master en economía y candidato a PhD de la Universidad Politécnica de Madrid, se ha desempeñado en diversas organizaciones públicas, privadas y organizaciones internacionales.

¿Qué le indican a usted los números que maneja sobre la agricultura y la alimentación en este país?
En materia de alimentación, las estadísticas evidencian avances y también desafíos. Si hablamos de la prevalencia de la subalimentación, que significa consumir alimentos suficientes para satisfacer las necesidades de energía alimentaria, el país ha venido avanzado. Los datos del informe de FAO “El estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo” indican que entre 2004 y 2006 el país tenía 19.3% de personas subnutridas; de 2017 a 2019 se registró 5.5%. Es decir, que, en cuanto a la reducción del hambre, República Dominicana registró avances significativos. Sin embargo, estos avances que tomaron 10 años, están en riesgo de perderse debido a los impactos de la pandemia de COVID-19.

Además, también tenemos que observar el indicador de la malnutrición, pues encontramos cifras preocupantes: el 27% de los dominicanos y dominicanas mayores de 18 años es obeso, con una tendencia en alza. Hablamos de cerca de 2 millones de personas. Hay que señalar que la relación entre obesidad y enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión es directa. Tenemos que avanzar hacia una mejor alimentación de las familias, que sea saludable y nutritiva, pero a la vez que sea accesible a todos.

¿Cuál es la situación general en el tema del hambre? ¿Cuáles aspectos deben fortalecerse, especialmente a partir de esta pandemia por COVID-19?
Las cifras son muy preocupantes. El hambre en el mundo está aumentando rápidamente. América Latina no escapa a esta pesadilla. La FAO había registrado que el hambre afectó a cerca de 47 millones de personas en América Latina y el Caribe en 2019, pero ahora, con los efectos del COVID-19, esa cifra aumentará significativamente. A este ritmo, América Latina y el Caribe no lograrán cumplir la meta de hambre cero en el año 2030. Todo lo contrario; el número de personas con inseguridad alimentaria grave podría aumentar en cerca de 20 millones más que en 2019.

¿Le ve usted algunas fortalezas a este país que pueda resaltar?
En primer lugar, debemos destacar que, a pesar de todos los problemas y la incertidumbre mundial, el sistema alimentario dominicano continuó abasteciendo al mercado interno. No ha habido problemas de abastecimiento. Una enorme fortaleza del país, es que produce el 80% de los alimentos que consume. Un reciente análisis realizado por la FAO -en febrero de este año- determinó que en diez de los alimentos de su canasta básica, el país se autoabastece en más de un 90% de sus necesidades. Es destacable la conciencia avanzada que tiene la sociedad dominicana sobre lo que significa la seguridad alimentaria. Eso es muy importante.

Se dice que todas las crisis traen oportunidades de hacer las cosas mejor que antes. Hay que tomar esta posibilidad para mejorar el sistema alimentario.

Históricamente, en este país había serias quejas por las dificultades que tenía el sector agrícola para acceder a créditos, especialmente a tasas bajas. Las últimas gestiones de gobierno se enfocaron más en esa parte y parece ser que hubo mejoría. ¿Cuál es la opinión que tiene la FAO?
La prioridad que ha tenido el reforzamiento del Banco Agrícola, sin lugar a dudas, debe haber ampliado el acceso a crédito a los productores. Eso va en la dirección correcta. Pero lo que te puedo decir, es que de esta crisis solo se sale invirtiendo. Aquí se necesita también que la banca privada aumente su participación en la inversión del sector agropecuario. Hay que buscar nuevas fórmulas público privadas de financiamiento, donde el riesgo de inversión sea compartido.

Esa inversión necesita instrumentos financieros adecuados tanto para la agricultura consolidada, como la del cacao, banano, café… para que pueda incrementar en tecnología y consolidarse en sus mercados internacionales. Pero también financiamientos adecuados a las necesidades de segmentos muy importantes, como la agricultura familiar. Un obstáculo que habría que superar son las garantías que se requieren para acceder a un crédito. No podemos pensar que una familia de pequeños agricultores accederá a financiamiento si debe hipotecar su tierra o el resto de sus activos.

¿Tiene la FAO alianzas con instituciones públicas o privadas en el país para trabajos conjuntos?
La FAO es una organización de conocimiento y para eso trabaja con muchos aliados, nacionales y regionales que pueden colaborar en la lucha contra el hambre. Trabajamos con universidades, centros de estudios, ONG, cooperativas y el resto de agencias de Naciones Unidas, con las cuales complementamos capacidades y recursos para hacer más eficiente nuestro trabajo. Ahora queremos invitar al sector privado a aumentar su contribución en los temas del desarrollo.

Pero no me refiero solo a través del modelo de responsabilidad social corporativa. Las empresas tienen mucho que decir en los temas de alimentación, erradicación de la pobreza, medio ambiente y en general en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.

¿Cuáles retos principales debe vencer el país para lograr mayor desarrollo agrícola, tener menos personas con hambre y exportar más.
El principal reto es elevar la productividad de los rubros agropecuarios, con buen manejo de los recursos naturales y mayor resiliencia ante los impactos del cambio climático. En República Dominicana es prioritario mejorar la eficiencia en el uso de agua para riego.

Este debe ser acompañado de un reforzamiento del sistema de investigación, educación y transferencia tecnológica. Para eso se necesita aumentar el financiamiento destinado a la investigación. Hay que articular la investigación pública con la privada, asi como con la extensión agrícola que incluya a los pequeños productores. Otro gran reto es buscar alternativas que impulsen el interés de los y las jóvenes en la agricultura. Por la condición de isla, la República Dominicana tiene un potencial para aprovechar más la producción acuícola y pesca, así como la conservación de biodiversidad en sus ecosistemas, terrestres y marítimos.

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