Sé bien, porque estudié Historia, que el ejercicio o paso por el poder deja huellas, luces y sombras; y que, nadie que lo haya ejercido, por más que pueda exhibir, podrá librarse de necesarios juicios críticos, oportunos o constructivos; y por supuestos, de aquellos que nada reconocerán. Por ello, solo el juicio frío de la historia nos dará el diagnóstico -siempre fragmentario-condicionado- de lo que podrá ser un legado o un fiasco.
Tan pronto, como este próximo domingo, el presidente Medina, empezará a transitar, él y su obra de gobierno, ese tamiz-histórico; pero, en el actual y ahora, tendrá que entrenar sus oídos para escuchar, leer y vivir de lo que la condición humana es capaz de reconocer, insultar o vilipendiar. Casi nada a lo que pudo oír o leer mientras ejercía de primer mandatario.

También, sabrá o reconocerá errores; pero más que nada, de gente que no volverá a ver o saber…

Sin embargo, si no me equivoco, dentro de algún tiempo, no muy lejano, oirá, de algún ciudadano, urbano o rural, de que pudo dialogar, cara a cara, con su presidente y ser escuchado. Algo sin precedente, pues, fue, ese acto, mágico-real y de convicción-reconocimiento, eje central -no anecdótico-episódico- de una gestión de gobierno que cerró un ciclo-histórico (con tandas extendida, desayuno-almuerzo escolar, visitas sorpresas, estancias infantiles, casa de albergue, reactivación del campo, Mipymes, cobertura de salud, programas sociales, estabilidad-macroeconómica, baja inflación, crecimiento socioeconómico sostenido, etcétera) de marginación-olvido de múltiples segmentos poblacionales vulnerables que fueron impactados por una mejor redistribución del presupuesto nacional y pasaron a ser sujetos sociales de derechos, crédito-préstamos y políticas públicas. Es decir, puso, en el centro de la gestión pública, al ciudadano.

Por supuesto, habrá otro balance centrado en anomias históricas-estructurales (corrupción pública-privada, endeudamiento público -cuasi necesario en función de proyección-crecimiento-, sistema de justicia de colindancias políticas-fácticas, controles más efectivos en la supervisión-ejecución de presupuestos-estatales y de otros poderes públicos). Pero, en mi opinión -y en el caso que nos ocupa-, saldrá predominando el salto, innegable, en solventar parte de la deuda social-histórica acumulada (consultar, al respecto, fuentes de organismos internacionales).

En fin, del presidente Danilo Medina, se podrá decir o escribir cualquier juicio de valor, desmesurado o desfavorable a su gestión de gobierno, pero, tarde que temprano, aflorará el enfoque social con que selló su paso por el poder. Igual, nadie podrá decir que conculcó libertades públicas, de prensa o de libre asociación de cualquier índole. Incluso, fue fijación perversa de adversarios políticos disfrazados de “hacedores de opinión pública” que ya comienzan a dejar constancia de su ‘altruismo patriótico’. Presidente, siéntase en el deber cumplido…

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