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En conversaciones con amigos, especialmente colegas periodistas, suelen calificarme de “muy exigente” en lo que concierne al ejercicio del periodismo. No acepto esa opinión. Me defiendo al proclamar que solo soy un firme defensor de la profesión que me ha tocado desempeñar.

Tampoco quiero que se me considere como un fino redactor. O un maestro del periodismo. O un académico que tiene pleno dominio de toda la normativa periodística. ¡Nada de eso!

El prestigioso periódico El País (de España) publicó un trabajo, citado por el veterano periodista Carlos Yárnoz, que retrata lo que certifica mi criterio sobre el ejercicio del periodismo.

Leamos algunas línea del referido trabajo: “En las redacciones se escucha este comentario con preocupante asiduidad: Es buen periodista, pero redacta mal”. A quienes dicen eso hay que recordarles la frase del fallecido filólogo Fernando Lázaro Carreter: “Si alguien falla ante un problema simple como es el de escribir o hablar sin faltas, fallará igualmente ante los problemas de su profesión o de su ciencia; las posibilidades de que sea un chapucero serán muchas”.

Comparto ese pensamiento. Creo que el periodista debe evitar que se le califique de inepto o mediocre, pero además pusilánime y ser comprado por el dinero corruptor.

Sobre este aspecto hago un símil del periodismo hispano con la dirigencia política que se observa en los países de América Latina y la región del Caribe. En ese sentido “aterricemos”.

Vamos a lo local. En la práctica (diaria) los dirigentes políticos dominicanos -y no hay que entrar en especificaciones, porque no es necesario-, no cumplen con sus prédicas las cuales son proclamadas, con mucho ruido, en campañas electorales.

El periodismo de estos tiempos, en base a tan cruda realidad, debe ejercerse -partiendo de la praxis de los políticos que no cumplen con lo prometido- en función del siguiente concepto: No critiquemos a la política, que es una ciencia. Critiquemos a los dirigentes políticos que con su negativa práctica ensucian la política.

Asimismo, subrayar que los periodistas objetivos, que trabajan en base a la verdad, a los principios y la ética, nunca debemos criticar el buen ejercicio del periodismo.

Porque el periodismo es una profesión noble, que con su sana labor nunca desdeña los hechos. Y es que el buen ejercicio del periodismo profesional siempre funciona basado en la verdad, sin tergiversarla. ¡Sin nunca distorsionarla!

Desde esa positiva perspectiva, debe funcionar -siempre.-el periodismo (dominicano) de estos tiempos… l

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