Desde antes de que el coronavirus sacudiera todas las estructuras sociales y económicas de todo el mundo, ya se hablaba de una crisis del Sistema Multilateral. Uno de los primeros en decirlo fue el presidente de Francia Emmanuel Macron durante la apertura de la segunda edición del Foro de la Paz, que reúne en Paris a una treintena de jefes de Estado y Gobierno.
Esa alerta del presidente Francés, en noviembre del 2019, donde él decía, citamos: “existe una crisis sin precedentes por la que atraviesa el sistema multilateral y el avance de lo nacional y de la no cooperación como germen futuro de conflictos”.

Ese multilateralismo nacido en San Francisco al finalizar la segunda guerra es cada día más disfuncional, ha fracturado equilibrios jurídicos y políticos del derecho internacional y se encuentra afectando cuestiones urgentes como el cambio climático y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Hoy día las circunstancias que se destacan son el predomino del unilateralismo o de un multilateralismo selectivo que pone en evidencia la necesidad de asumir un sistema multilateral global renovado más representativo, y esa forma o método que adopte el sistema será lo esencial para enfrentar y resolver los graves problemas que existen en la actualidad.

Las Naciones Unidas, dio el primer paso de legitimidad cuando el grupo G20 creado en 1999, se convirtió en los líderes para hacer frente de manera más rápida y menos deliberativa a la gran crisis del 2008.

Esa prolongada recesión que siguió, un proyecto de integración histórico como la Unión Europea (UE) sufrió el golpe de la salida del Reino Unido (Brexit), sostenida por una ajustada mayoría popular cuyas inclinaciones saltaron, con consecuencias globales más graves. Rompieron abiertamente con instancias y espacios del multilateralismo. Nunca antes un país miembro ha abandonado una unión política y económica de 28 países que desde su inicio lo único que hiso fue expandirse.

Las cosas han cambiado, abundan un pesimismo respecto de las instituciones multilaterales, las críticas y los reproches a la lentitud y de ser una institución que funciona a favor de los más poderosos, y su incapacidad de ajuste a los nuevos problemas.
Todo esto ha llevado a varios países a disminuir sus interacciones dentro de este tipo de instituciones y espacios para darle paso al regionalismo como fenómeno más notorio en el sistema.

El multilateralismo no es un sistema estático con normas y organizaciones creadas de una vez y para siempre, o que permanezca inmutable en lo esencial. Ha sufrido y sufre transformaciones muy notables.

Las fortalezas y debilidades de este sistema son directamente proporcional a lo que los Estados miembros quieren de él y cuanto aportan. Y la efectividad del mismo no se debe medir por resoluciones aprobabas, por cumbres de líderes o por hechos simbólicos.

En medio de esta crisis sanitaria la primera forma de medir la efectividad del sistema multilateral es que en caso de que se encuentre una vacuna sean consideradas bienes comunes de la humanidad y que esté al alcance de todos.

Y para concluir por hoy mientras más avanza la peor pandemia de los tiempos modernos, evidencia los problemas del multilateralismo.

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