La República Dominicana inicia hoy una nueva administración gubernamental. Nuevos administradores de los recursos del Estado se comprometen a trabajar sin descanso para combatir los males que por años han afectado a la población.
En este punto de inicio es desbordante el entusiasmo de la gente, que espera muchos resultados en poco tiempo.

Temas como la corrupción, la crisis sanitaria, la seguridad ciudadana, el desempleo, la deficiencia en los servicios de salud, a pesar de la construcción y reconstrucción de decenas de hospitales públicos durante los últimos años, la migración haitiana, entre otros, son demandas apremiantes de la población, que no pueden ser resueltos de la noche a la mañana, aunque se tenga las mejores intenciones para resolverlos.

De la misma manera, quienes asumen los destinos del país tras 16 años de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana, a través de diferentes medios manifiestan su intención de hacer y desarrollar planes de trabajo tendentes a resolver los principales problemas nacionales. Una intención que se espera se mantenga después de asumir sus funciones.

Una aspiración generalizada es que la teoría no se quede en proyectos y que se convierta en la práctica.

Lo hemos vivido otras veces. Desde hoy el señor Luis Abinader tiene a su favor una hoja limpia en la cual comenzará a escribir su historia, su currículo en materia de administración pública. Otros también fueron debutantes, iniciaron muy bien, pero al final, por una serie de factores atribuibles a la política y al accionar del poder, terminaron por convertirse en una tremenda decepción.

Sólo el nuevo presidente tiene la libre elección. Solo él puede escoger los temas que incluirá en su historia como mandatario.

Esta es la oportunidad, como lo es tras cada inicio, de devolverle la confianza a la gente, de no olvidar que el voto de los ciudadanos es una demostración de fe, pero también es una responsabilidad, pues los gobernantes son los administradores de sus bienes, elegidos por los pueblos, y es ese pueblo a quien estos gobernantes deben responder por cada peso, pero también por cada paso.

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