Es inevitable que quienes gobiernan en sistemas democráticos lleguen al término de su gestión con obras o infraestructura en desarrollo, que no logran terminar, por escasos recursos o porque las iniciaron cuando el período llegaba a su fin.

A medida que se acercan los días finales del mandato, tratan de acelerar obras a las que aparentemente les atribuyeron importancia, sea por su impacto social o como legado. Y hacen hasta lo indebido para inaugurarlas.

Y las entregan, pero al poco tiempo se descubren defectos o partes inconclusas, lo que es fuente de enojo entre los potenciales beneficiarios o la población general.

A veces son obras pequeñas de interés comunitario o mayores. Algunas en realidad quedan a un tris de terminar, con detalles pendientes, pero no listas para ponerlas en servicio.

La experiencia sugiere que lo que no se pudo hacer en cuatro años, se deje como está y que las próximas autoridades lo terminen. Pero ya sabemos las historias y nunca se entienden los motivos profundos del poder frente a estas cosas.

Es que no se asimila que los gobiernos son transitorios, y como tales tienen límites. Que el Estado permanece y el concepto de continuidad es lo que ha de prevalecer.

Por eso, es necesario que las nuevas autoridades realicen prontamente un inventario de las obras iniciadas, determinen los niveles en que se encuentran, y prioricen su continuidad hasta convertirlas en bienes de servicio público.

Con ello se da continuidad a los actos de gobierno y muchos ciudadanos satisfacen necesidades esenciales.

Jimmy Sierra

Julio Samuel Sierra, el querido Jimmy, fue un ser excepcional: amigable, generador de empatía, un gran trabajador por la cultura con un decidido y militante compromiso social.

Jimmy jamás cesó en sus vocaciones creativas en la literatura, sus emprendimientos en el cine, historia, sus incansables desvelos por la cultura popular en sus diferentes vertientes y su entrega al avance social, sin esperar nada.

Solo cuando no le quedó más aliento se detuvo. Nuestro pesar por Jimmy, a sus amigos, a su familia, a su esposa Luz Albania Gómez Ramírez y a su hijo Samuel Sierra Gómez.

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